_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Competitividad y nuevos desafíos

El INE ha confirmado la buena marcha de la economía española que crece al 2,1% en el primer trimestre del año, consolidando la recuperación conseguida desde octubre de 2002.

Resulta espectacular esta situación cuando la economía europea no crece y cuatro países de la zona euro están en recesión, nada menos que Alemania, Italia, Holanda y Portugal. Además, la mejor noticia es una creación de empleo del 1,5%, cuando en el mundo se siguen produciendo ajustes de personal en las empresas.

Sin embargo, el propio Ministerio de Economía advierte de una pérdida de competitividad en este primer trimestre de 1,1% frente a los países de la zona euro y de 1,9% con respecto al área de la OCDE.

"No debemos ser autocomplacientes con la buena marcha de nuestras exportaciones, porque el aumento de las importaciones señala dificultades"

No debemos ser autocomplacientes con la buena marcha de nuestras exportaciones, porque el mayor aumento de nuestras importaciones señala dificultades en nuestra posición en el mercado doméstico, y el conjunto del sector exterior ha restado casi un punto a nuestras posibilidades de mayor crecimiento, por lo que no se ha alcanzado la tasa posible de nuestro crecimiento tendencial.

En efecto, nuestra tasa de paro está todavía en torno al 11%, según la EPA, una de las más altas de la UE, por lo que debemos poner a nuestro aparato productivo y de servicios en posición de crecer más y de ofrecer más empleo para proseguir con la convergencia en rentas con los países más avanzados.

Europa y España tienen nuevos desafíos que afrontar que se pueden resumir en los siguientes:

Un euro fuerte, que está ya dificultando nuestras exportaciones aunque ayudará a controlar la inflación.

Los efectos sobre nuestras inversiones, actividades y empleo que se derivarán de las oportunidades que presentan los países de la ampliación por sus bajos salarios y costes de Seguridad Social y la disponibilidad de personal con buena formación básica capaz de desarrollar las nuevas formas de producción que se situarán en los mismos. Esta competencia será plena a partir de principios del año 2005.

La renegociación de los fondos estructurales y de cohesión en el 2006, de cuyo sistema España ha venido recibiendo una financiación, en condiciones inmejorables, en un equivalente al 1% de nuestro PIB anual y que se verá inevitablemente mermada a partir de esa fecha, obligándonos a asegurar la financiación interna de nuestras infraestructuras, tan importantes para nuestro desarrollo.

Y, finalmente, las implicaciones que la aplicación del Protocolo de Kioto tendrán para el desarrollo de actividades industriales en nuestro país, con un peso del 10% del PIB, que condicionará la creación de empleo y aumentarán nuestras importaciones.

Los Gobiernos de los ayuntamientos y de las comunidades autonómas, que ejecutan el 50% del gasto y de las inversiones públicas totales y que tienen competencias en materia de regulación de actividades empresariales y de mer-cados, así como de subir y bajar tasas, contribuciones especiales e impuestos deben ser conscientes de la corresponsabilidad que tienen junto al futuro Gobierno de la nación, en 2004, de apoyar a nuestro aparato productivo y de servicios tanto en materia fiscal como con una regulación que permita que los mercados de bienes y servicios funcionen sin intervencionismos.

Los interlocutores sociales, por su parte deben perseverar en la senda de la moderación salarial, el perfeccionamiento de la negociación colectiva y la mejora de los condicionamientos del mercado de trabajo, lo que redundará en una mayor creación de empleo estable.

Por último, la CEOE ha expuesto ya la importancia que da a una apuesta firme desde la sociedad española, el mundo empresarial y las administraciones públicas a favor del desarrollo de las tecnologías de la información y comunica-ción, así como de la investigación, el desarrollo tecnológico y la innovación. Con ello se logrará la mejora de la calidad de vida de nuestra sociedad y un salto en la productividad y competitividad de nuestro tejido empresarial.

Enrique de la Lama-Noriega es director del departamento de Economía de la CEOE.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_