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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La medida del metro

Se lee como una novela, aunque en realidad es una obra de historia de la ciencia. Su autor, Ken Alder, un profesor de Historia estadounidense, ha logrado con este libro lo que debería ser un fin perseguido por todo historiador (de la ciencia o de lo que sea): reconstruir con detalle y rigor algún episodio, proyecto o logro, pero sin perder en semejante empresa un ápice de la vida, de la humanidad, que toda historia encierra. En el presente caso, el episodio es la ejecución de uno de los más ambiciosos proyectos asumidos por la Revolución Francesa: medir, mediante triangulaciones, el arco de meridiano terrestre comprendido entre Dunkerque y Barcelona. Con los resultados de esa medida, se establecería, como parte destacada de la gigantesca empresa de implantar el Sistema Métrico Decimal, una nueva medida universal de longitud, el metro, definido como la diezmillonésima parte de la distancia entre el Polo Norte y el ecuador. Ningún proyecto podía ser más apropiado para los revolucionarios, ya que de lo que se trataba era de abolir barreras que constituían fuente de todo tipo de abusos: la diversidad de unidades de pesos y medidas existente en el siglo XVIII era abrumadora; se utilizaban, por ejemplo, barricas, fanegas, espuertas, jarras, ferrados, arrobas, galones, escudillas, cuarteras, libras, onzas, dracmas, toesas, pies (bien de Perú, del Franco-condado, de Maine, de Burdeos o del rey), codos, pulgadas, leguas..., en fin un caos absoluto.

LA MEDIDA DE TODAS LAS COSAS

Ken Alder

Traducción de José Manuel Álvarez Flórez

Taurus. Madrid, 2003

494 páginas. 23,50 euros

Haciendo honor al espíri-

tu universalista e ilustrado de los revolucionarios, el 15 de marzo de 1790 se suprimieron los derechos feudales referentes a pesos y medidas. Todavía resuenan a través del tiempo aquellas hermosas palabras que Bureaux de Pussy pronunció el 6 de mayo, en la Asamblea: "La diversidad gótica de nuestras medidas se ha perpetuado, convierte en extranjeras, las unas con respecto a las otras, a las provincias de un mismo imperio, las villas y las aldeas de una misma provincia, algunas veces hasta a los diferentes barrios de una misma ciudad; y en la Era de las Luces, todavía nos encontramos gobernados por instituciones absurdas, humillantes, contra las que nuestros antepasados ya habían comenzado a rugir en siglos de ignorancia y tosquedad". Dos días más tarde, la Asamblea encargaba la reforma métrica a la Academia de Ciencias, una reforma que Condorcet, poco después víctima él mismo -como Lavoisier- del terror, dedicó "a todos los pueblos, a todos los tiempos".

La Academia encargó la empresa de medir el arco de meridiano entre Dunkerque y Barcelona a dos distinguidos astrónomos franceses: Pierre-François-André Méchain y Jean-Baptiste Joseph Delambre (el primero tenía que medir el arco del sector sur, mientras que el segundo debía hacer lo propio con el norte). La historia de sus esfuerzos, que duraron siete largos años, años de revolución, de transformaciones profundas e imprevisibles, es la historia que narra Ken Adler. No es la primera vez que este tema ha atraído la atención de historiadores (recordemos La medida del mundo, de Denis Guedj), pero ninguno supera a La medida de todas las cosas. Tanto en arte narrativo, en capacidad para penetrar en las personalidades de los protagonistas y del tiempo que recupera, como en utilización de documentos, Alder supera con creces a sus predecesores. De hecho, gracias a una serie de documentos de Méchain y Delambre que él mismo ha desenterrado, en apartados importantes la reconstrucción que en esta obra se lleva a cabo de la medida del arco franco-hispano es bastante diferente a las anteriores. Sabemos ahora de los errores y engaños de Méchain, y del conflicto que el descubrimiento de los mismos suscitó en Delambre: ¿ocultar la verdad en una empresa "para todos los pueblos y para todos los tiempos"?, ¿ocultarla él, Delambre, la misma persona que en uno de sus libros (Histoire de l'Astronomie Moderne) escribió: "El historiador no le debe a los muertos más que la verdad"? De cómo resolvió Delambre este conflicto, de qué manera el error afectó a la cuantificación del metro, al igual que de todos los detalles del desarrollo de los trabajos y de la recepción que se dio a la nueva unidad, trata este fascinante libro, un inmejorable ejemplo para acercar la ciencia a todo tipo de lectores.

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