"La OTAN ha muerto como alianza estratégica y defensiva"
Después de trabajar para el Gobierno francés como asesor en materia de seguridad internacional y para varias multinacionales como Thomson y Matra, François Heisbourg asumió en mayo de 2001 la dirección de la Fundación para la Investigación Estratégica, uno de los think tanks, o centros de pensamiento, más prestigiosos de Europa. Heisbourg, de 53 años, cree que no había motivos suficientes para ir a la guerra contra Irak -"ha sido una guerra de oportunidad, no de necesidad", afirma-, pero sostiene que Francia se equivocó al adoptar una posición tan antagónica frente a EE UU en la ONU. Ayer conversó con EL PAÍS tras pronunciar una conferencia en el Real Instituto Elcano.
Pregunta. ¿Cómo cree que está desempeñando EE UU su papel de única superpotencia?
Respuesta. Visto el trauma del 11 de septiembre, EE UU está convencido de que puede actuar sólo en los campos militar y estratégico. Sin embargo, sus capacidades son más limitadas de lo que piensa y, posiblemente, más limitadas de lo que creemos en Europa.
P. El unilateralismo seguirá siendo, entonces, la tendencia dominante en Washington...
R. Como dijo el subsecretario de Defensa de EE UU, Paul Wolfowitz, en una reunión de la OTAN tras el 11-S, "la misión determina la coalición", lo que en otras palabras significa, "no nos llames; te llamaremos nosotros". Lo que quería decir entonces es que la OTAN no tenía nada que hacer en Afganistán, pero la expresión tiene un significado más amplio: EE UU asume que para cada misión tendrá que contar con una coalición de fuerzas distinta. Eso significa que las alianzas de defensa permanentes han dejado de ser útiles.
P. ¿También la OTAN?
R. En la guerra de Irak, ¿qué prefirió EE UU, un consenso diplomático sin sentido que preservara la unidad de la OTAN, o el apoyo de varios Estados comprometidos, incluso si ello significaba dividir la Alianza? Naturalmente, eligió la segunda opción. Que conste que no estoy criticando nada. Si criticase algo, criticaría la decisión de ir a la guerra en Irak, con la que discrepo. Lo que quiero decir es que la OTAN está prácticamente muerta como organización estratégica y de defensa. Mantiene un papel importante como vínculo entre las fuerzas europeas, un papel político como promotor de reformas en países como Ucrania y un papel pacificador, como en los Balcanes.
P. ¿Qué busca EE UU, una Europa más unida o más dividida?
R. En los primeros 50 años de construcción europea, entre 1950 y 2000, EE UU apoyó el proceso, con más o menos ardor. Había para ello razones estratégicas, como la amenaza soviética o las guerras de secesión en Yugoslavia, que hoy han desaparecido. Ya no hay razones estratégicas para que EE UU defienda sistemáticamente a Europa. Se trata de una tendencia que se hubiera impuesto de una manera u otra, algo que llamamos fundamento estratégico, que no depende de quién está en la Casa Blanca o en el Elíseo.
P. El alejamiento de EE UU hace que Europa necesite su propio planteamiento estratégico...
R. El documento que Javier Solana prepara al respecto debe responder a tres preguntas: la primera es ¿qué visión une a los europeos en términos de estrategia de seguridad? La respuesta es, a mi juicio, el multilateralismo. La segunda sería ¿cuál es nuestra ventaja, nuestra aportación a la comunidad internacional? La respuesta, creo, es la diversidad de instituciones y medios materiales que constituyen nuestro poder suave. Y la tercera es ¿cómo mantener nuesta asociación con EE UU? Creo que podemos hacerlo tomándonos en serio las cuestiones de la prevención.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.