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Columna
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Las Cortes

Las Cortes Valencianas han empezado su andadura bajo la presidencia de Julio de España. Dicen quienes le conocen que es un ferviente provincialista, en su caso, alicantinista. A lo mejor es un discípulo de Vicente Ramos quien además de alicantinista era partidario de aquello del "Sureste", región artificial formada por Alicante y Murcia. Desde luego, del sureste es Zaplana, de quien De España ha sido fiel seguidor. Y esa fidelidad se ha visto recompensada ofreciéndole la presidencia de la cara legislativa valenciana. El hoy ministro Zaplana ha querido premiar a su más fieles y leales situándoles en puestos claves del partido o de las instituciones por vía digital. Que es como deben hacerse las cosas en un partido que, como el PP, no practica la democracia interna, contraviniendo lo que manda la constitución. Claro que el primero en practicar el digitalismo es José María Aznar, que tiene en vilo a sus sucesores esperando que el todopoderoso mandamás tenga a bien designar con su dedo al elegido. El espectáculo es esperpéntico, además de muy poco o nada democrático. Pero dicen quienes le conocen que goza y se divierte como un niño teniendo a la gente nerviosa esperando su sabia decisión.

Tenemos pues, presidente de las Cortes, a un alicantinista. Dicen que quiso, incluso, encargar la composición de un Himno a Alicante, tal vez para emular a nuestro glorioso Himno Regional. Y a uno le parece bien, qué quieren que les diga. Ya saben aquello de que quien pierde sus orígenes pierde su identidad. Lo que hay que esperar del presidente de las Costes es que comprenda que las mismas son la representación de todo un pueblo que se extiende desde el Senia al Segura. Y que este pueblo está más necesitado de promover su cohesión que de propiciar los particularismos provinciales que sólo conducen a los enfrentamientos inútiles y peligrosos. Viene de presidir la Diputación de Alicante. Era una parte del país. Para mí, del País Valenciano. Ahora viene a presidir una institución en la que está representado el país entero. Permite una visión más amplia, total diría yo, de nuestra realidad como pueblo. Que sea para bien: del señor De España y de nosotros, los valencianos.

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