_
_
_
_
_
Reportaje:

De vuelta a Granada

Miguel Ríos, ya instalado en su ciudad natal, ofrece mañana un concierto a beneficio de una asociación de enfermos

Miguel Ríos grabó en 1968 la canción Vuelvo a Granada, una especie de himno nostálgico compuesto desde el extrañamiento en Madrid que resumía ya un lustro de ausencia. Miguel fija en el año 1963 el momento en que sus periódicos viajes a Madrid a grabar un disco por trimestre, iniciados en 1961, se convirtieron en una mudanza en toda regla. Ya no iba a Madrid sino que volvía a Granada. Y así ha estado cuarenta años, yendo y viniendo, cada vez con más constancia, hasta hace apenas un mes, en que se instaló definitivamente en su ciudad de origen. Y aquí le esperaban amigos, colaboradores y algunos proyectos pospuestos, como el concierto que, junto a un grupo de compañeros, ofrece mañana en el Palacio de Deportes a beneficio de la Asociación de Paralíticos Cerebrales.

Miguel, pues, se instaló en Madrid y rompió, como él dice, "el círculo granadino" en los primeros años sesenta. "Entonces había dos opciones en el mundo de la canción, Madrid o Barcelona. Escogí la primera porque era una ciudad más acogedora, abierta y rockera, aunque lo principal es que la compañía de discos estaba allí. Hoy Madrid es una ciudad hostil, de derechas. El PP ha hecho allí un gran trabajo contra la cultura suprimiendo, por ejemplo, los locales para tocar", dice.

Su marcha, sin embargo, no supuso un completo desarraigo. "Para la gente de mi edad y de mi oficio ir a Madrid era liberador, pero el apego con Granada fue constante. Era una ciudad de la que no sentías vergüenza al hablar". En las giras por Alemania a comienzos de los setenta, en pleno éxito del Himno a la alegría, los emigrantes españoles de cualquier provincia le imploraban el Vuelvo a Granada. Granada significaba el lugar de origen, cualquiera que fuese. Hoy el tema suena como música de fondo, entre espera y espera, en la centralita del Ayuntamiento granadino, al que cedió los derechos de la canción hace una década.

Hace también muchos años que Miguel dijo que regresaría a Granada, tantos que era una de las preguntas más frecuentes en las entrevistas. El traslado de su oficina era la parte más engorrosa de la mudanza, y la que iba demorando la promesa. Hace quince años que adquirió la casa donde vive, pero hasta hace un par de meses no acometió en serio la partida.

Ya asentado en su nuevo despacho, Miguel trabaja en diferentes proyectos, entre ellos la edición de un disco que reúne una selección de temas de todos los géneros, del clásico al pop, que tiene como motivo de inspiracíón a Granada.

Pero lo que requirió su esfuerzo inmediato fue una vieja promesa hecha a la Asociación de Paralíticos Cerebrales, consistente en la organización de un concierto para recaudar fondos. "Había comprometido hace tiempo lo del concierto, pero lo fuimos aplazando hasta que estuviera instalado en Granada y pudiéramos organizar un espectáculo de gran altura y personalmente pudiera dedicarme a su promoción".

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

"Yo he dejado de trabajar en la industria como lo hice durante 30 años. Desde que produje el disco con la big band comprendí que podía trabajar en realidad desde cualquier lugar. Yo vendo ideas y las ideas pueden nacer en cualquier sitio", señala. Y el semillero de proyectos es inagotable: ya espera una nueva gira para 2004. "Nunca me he visto como un jubilado, pero me seduce la imagen de ir a menos velocidad", matiza.

Un concierto memorable por muchas razones

El concierto que Miguel Ríos, acompañado por la Granada Big Band, ofrecerá mañana por la noche en el Palacio de Deportes de Granada es, por muchas razones, especial. Será un espectáculo irrepetible: coincidirá con su 59 cumpleaños; es su primer gran proyecto desde que se avecinó definitivamente en Granada y, además, porque estará acompañado por un selecto grupos de amigos y compañeros y, en fin, porque entre los músicos que subirán al escenario está la versión acústica del grupo Balboa cuya cantante es su hija, Lúa Ríos, una mujer de voz hermosa que se encuentra en plena expansión profesional.

La Granada Big Band es un conjunto excelente que dirige Kiko Aguado. "Quise organizar un concierto popular pero con mucha distinción, una gala elegante. Escuché los discos de la banda y me pareció muy bien. Ha sido una gran sorpresa porque son todos unos músicos cojonudos y se han tomado gran interés", dice Miguel. Kiko Aguado estrenará algunas versiones de temas clásicos de Miguel, entre ellos una de Vuelvo a Granada.

Junto a Miguel Ríos por el escenario del Palacio de Deportes desfilarán Víctor Manuel y Ana Belén, que se trasladarán expresamente, y sólo por unas horas, para intervenir en el concierto. Especial mérito ha tenido Ana Belén, que ha interrumpido su participación en el rodaje de una película y que el mismo sábado regresará al trabajo.

Junto a ellos vendrá el grupo Ketama, otros granadinos del éxodo que, según el anfitrión, llevan mal que sus paisanos los consideren de Madrid antes que de la tierra originaria de la familia. Junto a ellos vendrá Juan Habichuela, patriarca de la saga.

Otro nombre importante es el de Raimundo Amador que hace ya años, cuando Miguel Ríos lo invitó al programa televisivo Fiebre del Sur, se mostró deseoso de preparar un tema entre ambos. Y junto a ellos actuará Raúl Alcover, un cantautor que mantiene una estrecha relación con el anfitrión y que no ha dudado incorporarse al concierto benéfico, y Marina Heredia, cuyo avanzado embarazo sólo le permitirá interpretar un tema. Y, en fin, Balboa, un grupo saludado por la crítica como de "rock furioso" pero en su versión más mansa o acústica.

"El concierto es un aldabonazo de que existen hoy conciudadanos que viven en una situación insostenible en una sociedad que supuestamente está colocada en el podio del planeta", dice Ríos.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_