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VISTO / OÍDO
Columna
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Pax americana

Y Bush dijo a Chirac: "Podemos tener desacuerdos, pero eso no quiere decir que tengamos que ser desagradables uno con otro": lástima que no sea verdad. Allí y aquí, el desacuerdo se hace insulto y amenaza. Bush en desacuerdo con los talibán y con Sadam Husein fue algo desagradable, y continúa. Hoy lo está siendo con los palestinos; apoyado por los reyes del petróleo y los dictadores estables. Hacen bien: están en la misma guerra, pero en el lugar del suceso, y con súbditos para quienes el islamismo es una revolución: cómo estar con ellos de forma que sus cabezas se mantengan en el egregio cuerpo, y al mismo tiempo con Bush, es una cuestión que el propio Bush salva con su Hoja de Ruta. Primero, se han quitado de en medio a Arafat, como si fuera culpable. Y es que era un símbolo. Le momifican, le ponen un jefe de Gobierno -y el país no existe- dialogante. El principio está en que cesen los ataques a Israel. O sea, tapar el terrorismo, tema mágico de nuestro tiempo ("Un fantasma recorre el mundo...", empezaba el manifiesto comunista de M. y E.), indiscutible, que otra vez acaba con las pluralidades o las maneras de enfocar el tema de que se trate. No sé si podrán: no depende de los figurones. Pero Bush cree que los actuales terroristas, suicidas o santos guerreros, ya no tienen apoyo de Irán ni de Siria. Si aún continúan, no costará trabajo destruir a los dos países, y quizá algún otro: Líbano está en la lista, y es lógico que le pase ¡otra vez! de todo, si está con Siria.

Por otra parte, Sharon podrá seguir destripando casas de palestinos, a veces con familias dentro, y disparando contra los críos que tiran piedras; no siendo terrorista, no puede tener hostilidad de nadie. Dijo lo esencial: que sus fuerzas son ocupantes. Ya señalé la ira de los extremistas de Israel, y de algunos países más, porque el vocabulario es para muchos la esencia del mal, y si va unido a la razón, el peor, porque la razón no era más que la filosofía de los ilustrados franceses: debía haber dicho "liberación". Pero sabía lo que decía: llevarse unas tropas, y hasta desmantelar los asentamientos judíos (todavía no ha dicho "colonización") y aceptar, por fin, que Palestina es un Estado: como lo era antes de que Israel lo ocupase y montase la cabeza de puente de Estados Unidos (y hasta de Gran Bretaña, que hoy es otro satélite).

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