A mi hermano
El pasado día 26 de mayo, un avión, por llamarlo de alguna manera, con 62 militares, quiero decir personas, a bordo se estrelló en las cercanías del aeropuerto de Trabzon (Trebisonda), en Turquía. En él venía mi hermano pequeño Miguel Ángel Calvo Puentes. Sólo tenía 21 años. Le encantaba su trabajo y lo hacía lo mejor que sabía, estaba destinado en mantenimiento de aeronaves, en el Ala 31 de Zaragoza.
Por si no hay suficientes testimonios de cómo son los "ataúdes volantes" o "fábricas de viudas", como se les conoce en el argot aeronáutico, quiero decir que mi hermano me contaba siempre que cada vez que tenían que volar en uno de ellos, los que creían en algo rezaban, y los que no, cantaban.
Mi hermano no era la primera vez que volaba en esos cacharros de desguace, pues estuvo en muchas misiones, por su trabajo de "camionero del aire" que él lo llamaba, y por su conocimiento de ese tema, sabía lo que decía. Sólo quiero decir, desde mi dolor y el de mi familia, que a nosotros no nos lo van a devolver, pero que, por favor, no manden más gente en ellos. Gracias. Y a mi hermano: Miguel, hasta siempre y felices vientos, gorrioncillo.