Mutualistas y aseguradores
La 'digestión' de Bankpyme obliga a Agrupación Mutua a reforzar sus cuentas vendiendo patrimonio inmobiliario
Mutualistas y aseguradores. Estas dos actividades, que se bifurcaron el día en que algunas mutuas de previsión se convirtieron en compañías de seguros, viven a menudo la misma estéril disputa. Uno de los últimos episodios de este debate se escenificó el pasado 19 de abril, en la asamblea anual de Agrupación Mutua, que preside Josep Lluís Vilaseca, cuando varios asistentes se lamentaron de la extinción del espíritu del mutualismo a manos de los modernos gestores. No es la primera vez que la antigua mutua de socorros, fundada en 1902 por 250 socios y convertida hoy en un grupo de finanzas y seguros (all finance), es objeto de discusiones sobre su futuro. En la citada asamblea, que renovó los cargos de los consejeros Josep Lluís Torra (hombre fuerte de la línea ejecutiva), Nicolás Pachán, Josep Verde Aldea y Enric Romans, y se aprobaron las cuentas de la entidad con un beneficio neto de 3,027 millones de euros, los nostálgicos recuperaron la voz, aunque sólo de forma sombólica.
La aseguradora ingresó el año pasado 37 millones en ventas de inmuebles
En los últimos años, Agrupación Mutua ha absorbido el Banco de la Pequeña y Mediana Empresa (Bankpyme) y la cartera de pólizas de la antigua aseguradora ABS. La digestión de estas dos capturas obliga ahora a reforzar el equilibrio financiero del grupo.
Para asumir el control de Bankpyme -el banco atravesó una enorme crisis en la etapa de su anterior presidente, Josep Jané Solà- la aseguradora diseñó una ampliación de capital y la entrada de un nuevo socio, que posteriormente no ha terminado de concretarse. Entre las entidades que se interesaron por Bankpyme destacó el banco andorrano Andbanc, fruto de la fusión entre el Banc de Crèdit Agrícol y la Banca Reig, que finalmente desestimó la compra por "motivos técnicos", según afirman medios directivos del propio Andbanc. Otras versiones aseguran sin embargo que la compra de una participación en Bankpyme por parte de los andorranos tuvo que paralizarse al no contar con el plácet del Banco de España.
La aseguradora pretendía dar entrada al nuevo socio mediante una ampliación de capital que permitiría recomponer los fondos propios de Bankpyme y cubrir así las pérdidas de 10 millones de euros registradas por el banco en año 2002. Agrupación Mutua, que es actualmente el principal accionista de Bankpyme, con un 31%, por delante de la italiana Bipop Carire (5%), quiso modificar el mapa accionarial de Bankpyme. Pero, la operación no resultó y su anuncio provocó dudas respecto al músculo financiero de una entidad asociativa que a lo largo de 2002 fue inspeccionada por la Dirección General de Seguros del Ministerio de Economía. Esta inspección, de la que tuvo conocimiento la Generalitat y que Agrupación Mutua califica de "rutinaria", obligó a la aseguradora a efectuar ajustes por un total de 1,8 millones de euros. En todo caso, la inspección sirvió también para desvelar la salud patrimonial del grupo, cuyas cuentas del 2002 arrojan un superávit de 69 millones de euros en solvencia y confirman una cobertura sobrada de las provisiones técnicas.
Las esencias del pasado no están entre las prioridades de los gestores de Agrupación Mutua. En cambio, el objetivo de reflotar Bankpyme exige un esfuerzo mayor del inicialmente previsto, ya que la aseguradora ha ido descubriendo con el tiempo la enorme erosión de los activos y fondos de la entidad bancaria.
Las mutuas, que fueron el germen asociativo de un modelo basado en el ahorro y la previsión, se han ido convirtiendo en compañías calificadas por los mercados y seguidas de cerca por la estrecha vigilancia del regulador. Las transiciones desde el mutualismo a los seguros son numerosas en toda Europa y cuentan con ejemplos descollantes, como Mapfre y Prosperity. En Cataluña, el mapa mutualista presenta tres grandes instituciones: Mutua General, L'Aliança y Agrupación Mutua, seguidas de decenas de pequeñas entidades. L'Aliança se encuentra intervenida por la Generalitat y arrastra pérdidas pese a recibir importantes ayudas públicas y, por su parte, Mutua General sigue apostando por el estilo asociativo tradicional tras superar una crisis saldada con la dimisión de consejeros, como Gonzalo Artiach, Emilio Cuatrecasas, Juan Echevarría y Maria Mar Raventós, entre otros.
El futuro del sector asegurador, hoy azotado por la desvalorización de sus carteras debido a la crisis persistente de los mercados de valores, depende del equilibrio patrimonial en un momento de crisis. Agrupación Mutua ha optado por robustecer sus cuentas con importantes desinversiones, cuyas altas plusvalías destina a provisiones. La aseguradora ha vendido su sede histórica, situada en la Gran Via de Barcelona, al grupo Hispamer -una sociedad financiera del SCH- por 12 millones de euros y tiene previsto construir en un solar de Poblenou propiedad de su filial Amrey la que será su nueva sede. La venta de Gran Via ha supuesto plusvalías de 13,4 millones de euros, que se unen a las que proporcionaron, también en 2002, otros inmuebles, como los de la calle de Ramon Turró 91 y 109, y Pau Claris 102. En conjunto, el pasado año la aseguradora ingresó 37 millones con la venta de cinco edificios, que le aportaron 20,8 millones de beneficios extraordinarios.
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