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Columna
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Todos bien

Seis de las ocho capitales andaluzas serán gobernadas por alcaldes del PP, aunque el PSOE domina en todas las diputaciones y gana en número global de votos. Los pueblos son del PSOE, y esto parece desmentir un tópico: el de que los pueblos son conservadores y las ciudades progresistas. O, si no desautoriza esa vieja idea fija, niega otra: que la izquierda es progresista y la derecha conservadora. Siempre hemos pensado así, como hemos contrapuesto la aldea encerrada en su idioma y sus costumbres a la ciudad comercial e industrial, donde triunfan la razón y la tecnología. Los campesinos valientes huían a las ciudades. La izquierda era progresista porque deseaba un mundo futuro: la abolición del pasado y los antiguos privilegios.

En los años sesenta y setenta circuló otro cliché: el campesino ya no surgía como un factor conformista, sino como elemento revolucionario, insurreccional, en América del Sur, en Asia y en África. Este desgraciado montaje mítico y religioso, de mártires, basado en la desesperación, fue liquidado sanguinariamente, pero antes tuvo cierto peso propagandístico en Andalucía. Es normal que así fuera: las fotos de los pueblos andaluces votando en 1977 y 1979 son pavorosas imágenes de la pobreza más ruda. Uno ve esas fotos y entiende que el PSOE gane en los pueblos campesinos, interiores, que, según ha dicho Antonio Rodríguez Almodóvar en estas páginas, quizá hoy vivan como nadie en Europa. Yo no sé cómo se vive en Helsinki, ni siquiera sé cómo se vive exactamente en un pueblo de Sevilla, pero sé que el PP es el partido del franquismo remanente.

Aunque la propaganda de la Junta parece dirigida a mundos africanos con sus promesas de adelantos electrónicos y Segunda Modernización, en las ciudades parece que se vive tan bien como en los pueblos. José Torres Hurtado, del PP, nuevo alcalde de Granada, no dudó al anunciar su primer acto de gobierno: quitará un carril para ciclistas. Y estudiará si desmonta una estatua equina que colocó encima del ayuntamiento el alcalde saliente, José Moratalla. Las cosas debían ir de maravilla con Moratalla, a pesar de su derrota: en Granada lo más urgente es eliminar, nada de añadir algo nuevo que mejore la vida. Y lo eliminable es casi superfluo, deportivo y artístico, bicicletas y estatuas.

Ahora otro tópico sugiere que no hay derechas ni izquierdas, pero la insistencia con que unos y otros buscan el centro prueba que la derecha y la izquierda aún existen. Yo veo que en este momento la derecha existe un poco más que la izquierda: mientras la Junta promete modernidad, la derecha es la modernidad real, es decir, lo que venden los anuncios de productos de consumo lujoso. La derecha es total, conservadora y progresista: renunciando a privilegios del pasado, salva los privilegios. "Trabaja duro", dice en un español traducido del inglés para el cine y la televisión, "y tendrás privilegios". La derecha es elegancia, limpieza, inteligencia eficaz y rica. Es el modelo dominante. Así que el socialista manchego Bono dice que el PSOE debe buscar por la derecha los votos que le faltan. (El alcalde de Málaga, del PP, dice que su modelo político es Bono.)

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