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Reportaje:

El terremoto sacude los cimientos del poder en Argelia

Los damnificados por el temblor, hartos de años de violencia y catástrofes, han perdido el miedo a protestar

Juan Carlos Sanz

Los interminables 45 segundos durante los que tembló la tierra el pasado miércoles al este de la capital argelina parecen haber conmovido también los cimientos del poder después de 40 años de independencia. Con más de 2.200 muertos contabilizados hasta ayer y un millar de desaparecidos, el terremoto que sacudió la superpoblada región costera lleva camino de convertirse en el más trágico en la reciente historia del país magrebí. Por encima del que dejó 3.000 muertos en Chlef (200 kilómetros al oeste de Argel) en 1980. La inacción del régimen argelino, desbordado por la magnitud del seísmo, ha hecho estallar el descontento popular acumulado tras más de una década de violencia política, empobrecimiento económico y catástrofes naturales.

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Los argelinos parecen empezar a estar hartos de tantas fatalidades. "¡Qué más nos puede pasar ahora! Algo se tiene que mover después del terremoto", se quejaba ayer una mujer en una callejuela de la alcazaba de Argel, una parte de la ciudad desaconsejada hasta hace poco para un visitante europeo. El Centro de Investigación Sismográfica argelino ha registrado ya un millar de réplicas desde el temblor de 6,7 en la escala Richter de la noche del pasado miércoles. Las quejas de la población, que parece haber perdido definitivamente el miedo a hablar, también han crecido desde entonces.

El diario Le Soir informaba ayer de que los airados vecinos de una urbanización semidestruida de Thenia (35 kilómetros al este de Argel, cerca del epicentro del seísmo) cortaron el tráfico la noche del domingo en la autopista que enlaza la capital con Constantina, para reclamar la ayuda de la Administración. La rebelión de los damnificados se ha extendido como un nuevo movimiento telúrico por las zonas siniestradas. En el barrio de Belcourt de Argel los residentes también han plantado barricadas en las calles en protesta por el abandono oficial, según testigos de la revuelta. Y un equipo de televisión francés presenció cómo un grupo de jóvenes irrumpía anteayer en un almacén municipal de Bumerdés, se apoderaba de las tiendas de campaña y plantaba un campamento en la playa para los supervivientes sin hogar.

"Nuestro país es un cúmulo de desgracias. El pueblo padece en medio del dolor, del robo, del desprecio [...] los embates de un periodo oscuro. ¿Qué más nos queda por sufrir?", se preguntaba ayer el editorial de El Diario de Orán. Más de 100.000 personas han perdido la vida en Argelia en acciones violentas desde el golpe de Estado militar que impidió, en 1992, el acceso al poder a los islamistas cuando se encontraban a punto de ganar las elecciones legislativas. Durante el pasado fin de semana, siete personas fueron asesinadas a tiros o acuchilladas cerca de Chlef en dos acciones terroristas atribuidas a grupos integristas armados, informa ayer el diario La Tribune.

Los habitantes de Argel se han enfrentado a una nueva catástrofe cuando aún no se habían acabado de recuperar de las trágicas inundaciones de 2001, que se cobraron más de 800 muertes y sembraron de destrucción barrios populares como Bab el Ued, feudo tradicional del proscrito Frente Islámico de Salvación (FIS).

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A pesar de que el domingo fueron rescatadas con vida una niña y una mujer en la provincia de Bumerdés, según la radio estatal argelina, los últimos equipos internacionales de salvamento salieron ayer del país. El Gobierno ha ordenado la fumigación y el desescombro de las zonas afectadas por el temblor de tierra, ante el temor a que una epidemia pueda abatirse sobre las decenas de miles de damnificados. La mayoría de las 15.000 familias que han perdido sus casas en las provincias de Argel y Bumerdés duerme al aire libre desde la noche del pasado miércoles. Más de 50 municipios han sido declarados zona catastrófica por el Ministerio de Interior. Un total de 564 centros educativos dañados han dado ya por terminado el curso.

Las desgracias nunca parecen venir solas en Argelia, un país donde 14 millones de personas, cerca de la mitad de la población, viven por debajo del umbral de pobreza, según estadísticas oficiales citadas por France Presse. El abucheo que recibió el presidente Abdelaziz Buteflika en las ruinas de la Ciudad de las 1.200 Viviendas de Bumerdés ha pasado a la pequeña historia de la prensa argelina. "No se te ocurra volver por aquí", advertía ayer al jefe del Estado el rotativo Le Matin bajo una foto de las protestas populares.

Unas mujeres llorando ayer sobre la tumba de un familiar, en un cementerio de Argel.
Unas mujeres llorando ayer sobre la tumba de un familiar, en un cementerio de Argel.AFP

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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