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Seguridad Social se sumerge en los sonidos mediterráneos

El grupo valenciano Seguridad Social acaba de editar Otros mares, 12º álbum de la banda liderada por José Manuel Casañ. El grupo, que a lo largo de sus dos décadas de existencia ha ido evolucionando desde el punk de sus inicios al más desprejuiciado mestizaje y la latinidad, da un giro de 180 grados al mapa de sus raíces y esta vez sus pistas musicales se extienden en una dirección que el líder del grupo no duda en calificar como "rock mediterráneo".

Los sonidos orientales se abren paso en las canciones de este disco, en el que parece que Casañ descubre otra dimensión que complementa el lado latino más conocido del grupo, pero que el vocalista y compositor del grupo considera también como parte importante de su herencia: "Las canciones han ido saliendo así, y siento que era hora de hacer algo de mi tierra que seguramente no había hecho antes por miedo o desconocimiento, de la misma manera que cuando empezamos era impensable lo latino, o una rumba sin que te tiraran al pilón en el pueblo directamente".

Melodías, arreglos e instrumentaciones árabes, cartaginesas y balcánicas sorprenden a quien se acerca al disco buscando clásicos ska-punk como Comerranas, pop aflamencado como Chiquilla o merengue, rumba o reggae. Para Casañ, temas como Polvo de estrellas, Alina o Regálame una sonrisa, María podrían remitir al lado musical de "Emir Kusturica cuando tocaba junto a Goran Breovic; esa cosa de circo arrabalero".

Pero el folclor valenciano, poco utilizado en el ámbito del pop, también se abre camino en los surcos de este disco: "Hay una canción en el elepé, Galería de sucesos, que en realidad es un fandango. Lo que es el fandango en Andalucía, en la música popular valenciana se llama perladeú -por la de uno-, y esto aún no se ha explotado".

Instrumentos exóticos

Casañ reconoce también ciertas influencias en bandas actuales como los franceses Le Diablo Mariachi, a la hora de seleccionar y mezclar sonidos: "Podemos compaginar un instrumento de rock duro con un laúd o una mandolina o un instrumento turco". De hecho, en los créditos del disco abundan bandurrias, buzukis, darbukas e instrumentos de carácter exótico y muy alejados del sonido del rock convencional. Esta búsqueda de timbres no habituales contrasta, para Casañ, con la tendencia, tanto en su caso como en los músicos de su generación, de comenzar sus carreras "intentando buscar la lejanía para lograr encontrarte".

"Necesitábamos la negación de las propias raíces y es cierto que en los años de la transición era más necesario ponerse al día. Pero también lo es que en el rock español hay un antes y un después de que asumiéramos nuestra propia tradición musical. Fue el germen de todo lo latino que ha venido después, aunque latino es un término ya tan corrompido...", señala Casañ.

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