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Necrológica:
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Alfredo Bravo, político socialista argentino

Si el dolor permitiera ahora decir unas palabras a su memoria, bastaría con escribir que Alfredo Bravo fue maestro de escuela y socialista hasta su muerte, ayer, a los 78 años. Ése era seguramente el recuerdo de los demás al que él aspiraba.

Agonizaba ya desde el domingo 25 de mayo, día de la patria, cuando el corazón, en un último esfuerzo, le tocó el pecho para avisarle que no daba más. Ese día asumía el presidente Néstor Kirchner, con quien Bravo compitió hasta el pasado 27 de abril en la primera vuelta electoral.

El Partido Socialista, al que representaba como diputado, le había concedido el honor de ser candidato. A su edad, recorrió pueblos y ciudades montado en un viejo coche de propiedad del partido. Los peronistas y las coaliciones a izquierda y derecha concentraron el interés de los ciudadanos. Los socialistas recibieron menos del 2% de los votos, pero Bravo estaba contento porque el partido había resistido sin aceptar condiciones ni cargos para integrarse a otras fuerzas.

En la segunda vuelta decidió apoyar, como la mayoría del país, a Néstor Kirchner en contra del ex presidente Carlos Menem. Si el domingo hubiera tenido oportunidad de escuchar el discurso del nuevo presidente en el Congreso y los aplausos a Fidel Castro, Hugo Chávez, Lula da Silva y Ricardo Lagos -jefes de Estado de Cuba, Venezuela, Brasil y Chile- seguramente habría sentido la satisfacción del deber cumplido.

En las escuelas públicas se lamentaba profundamente ayer la muerte de quien había sido secretario general de la Confederación de Trabajadores de la Educación de la República Argentina (CTERA), el poderoso sindicato de maestros.

Por esa lucha y por su destacada participación en la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, de la que era uno de los presidentes ejecutivos, Bravo fue secuestrado por un grupo de tareas de las fuerzas armadas en la escuela nocturna donde daba clases para adultos el 8 de septiembre de 1977.

Le torturaron cada día y cada noche en un campo clandestino de concentración de prisioneros y parecía ya condenado a ser un desaparecido más entre miles cuando los reclamos de organizaciones de todo el mundo obligaron a la dictadura militar a reconocer y legalizar su detención. Le mantuvieron bajo el sistema de libertad vigilada hasta 1978.

Cuando el país recuperó la democracia en 1983, y aún bajo amenazas constantes, Alfredo Bravo dio una de las mejores lecciones de su vida. Se presentó a declarar ante el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas y los tribunales civiles. Su testimonio contribuyó a juzgar y condenar a los máximos responsables de la dictadura militar.

Había nacido el 30 de abril de 1925 en Concepción del Uruguay, provincia de Entre Ríos, al noreste de Buenos Aires. A los 18 años, cuando se recibió de maestro, decidió marcharse al norte para dar clases en una escuela rural. En 1973 contribuyó a organizar el sindicato de maestros, del que fue luego secretario general.

El presidente Raúl Alfonsín le ofreció un cargo público cuando asumió el Gobierno en diciembre de 1983. Fue candidato a vicepresidente en 1989 y diputado por el socialismo desde 1991.

Casado, con dos hijos, 78 años, Alfredo Bravo, maestro de escuela y socialista. Un hombre que honró la vida.-

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