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El euro ajusta cuentas

Los efectos a largo plazo de la fortaleza de la moneda europea -un petróleo más barato y menos tensiones inflacionistas- compensan los temores a la pérdida de competitivad

El euro ha sacado músculo y ha sido tanto -se ha situado a 1,18 dólares, su cotización más alta- que ha empezado a dar miedo. Los primeros en asustarse han sido los mercados financieros. La Bolsa, temerosa de que las empresas sufran la mayor competitividad de los productos estadounidenses, que ahora resultan más baratos, lleva una racha bajista, impulsada por los malos resultados de algunas compañías, que sufren en exceso la fortaleza de la moneda europea.

Volkswagen, por ejemplo, achaca parte de las pérdidas del primer trimestre, que aumentaron un 68%, al tipo de cambio, y la suiza Swtach le atribuye directamente una pérdida de 166 millones de francos suizos.

Según Goldman Sachs, en Europa, una depreciación del 10% del dólar genera una caída promedio del 4% en los beneficios empresariales.

En España, sin embargo, la situación no es alarmante, dada la escasa exposición de las empresas al mercado estadounidense. Sólo algunas firmas como Arcelor, Acerinox, Altadis, Mecalux y varias decenas de pequeñas y medianas compañías del calzado, la cerámica o las bebidas resultarán perjudicadas por la revalorización del euro directamente. El impacto vendrá indirectamente para las empresas a través de la exposición a América Latina o en las exportaciones a los países de la eurozona más perjudicados por la fortaleza del euro.

A corto plazo, los efectos negativos de la remontada del euro -provocada no por méritos de las economías europeas, muy débiles, sino por una buscada devaluación del dólar- son indudables por la pérdida de competitividad de la eurozona. Ese primer impacto negativo, sin embargo, quedará compensado, a más largo plazo, por el abaratamiento del petróleo y otras materias primas importadas, que se pagan en dólares, y por la reducción de las tensiones inflacionistas. Un euro fuerte induce a pensar en tipos de interés inferiores a los que habría sin esa apreciación.

Y mientras el euro y el dólar echan un pulso, el Reino Unido aumenta sus reticencias a integrarse en la moneda europea, pese a que la paridad está a punto de caramelo. Una libra vale 1,4 euros.

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