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Una vecina apaga la mecha del explosivo colocado ante la vivienda de un 'ertzaina'

Más de treinta acciones de 'kale borroka' se han registrado durante la campaña electoral

Un artefacto de fabricación casera que había sido colocado ante la puerta de la vivienda de un agente de la Ertzaintza, en el barrio de Gros de San Sebastián, fue desactivado espontáneamente por una vecina, que arrancó la mecha encendida del petardo que hacía de iniciador y lo lanzó al rellano de la escalera, donde finalmente explotó. Evitó de este modo que la mecha activara el explosivo adosado, un bidón de gasolina. La explosión del petardo no llegó ni siquiera a producir un incendio; tan sólo dejó ennegrecida parte de la puerta y la pared del inmueble.

El sabotaje se produjo a la una y cuarto del mediodía, en la calle Usandizaga de San Sebastián. Se trata del segundo ataque registrado esta semana contra agentes de la policía autonómica. El anterior sucedió tres días antes, al ser incendiado por la noche el vehículo particular de una agente, aparcado en un barrio de la localidad guipuzcoana de Azpeitia.

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Este ataque se suma a las 34 acciones de kale borroka y amenazas directas a candidatos que se han registrado en el País Vasco y Navarra desde el inicio de la campaña electoral de la que Batasuna quedó excluida por la Ley de Partidos. Un resurgimiento de la violencia destinada al amedrentamiento y la intimidación que ha tenido como objetivos, no sólo a los candidatos del PP y PSE-EE, directamente amenazados por ETA, sino a instalaciones y oficinas del Estado español, incluso sedes del PNV como los ataques a los batzokis de las localidades de Zalla y Burceña.

Según un informe recientemente remitido por el consejero del Interior, Javier Balza, al comisario de derechos Humanos del Consejo de Europa, Alvaro Gil-Robles, la kale borroka en el País Vasco ha experimentado un descenso progresivo y espectacular: ha pasado de 536 acciones en 2001, a las 353 registradas el pasado año. Este número se redujo a 25 durante el primer trimestre del actual. Según Balza, esta reducción cuantitativa ha ido acompañada de una disminución cualitativa de la amenaza que suponen, ya que la mayoría de estas acciones tendrían como objetivo, edificios, oficinas y mobiliario urbano, bien distintos a los ataques que se dirigen contra las vivienda y bienes de colectivos amenazados, entre los que destaca la Ertzaintza.

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