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El obispo de Córdoba se despide ante 3.000 feligreses y la ausencia de Castillejo

Martínez pidió perdón por "el escándalo" que se haya podido percibir en torno a Cajasur

El obispo de Córdoba, Francisco Javier Martínez, se despidió ayer de la diócesis que ha encabezado durante siete años ante unos 3.000 feligreses en una ceremonia de más de tres horas en la Mezquita Catedral. Martínez, la única autoridad de la Iglesia que ha censurado la gestión del presidente de Cajasur, el sacerdote Miguel Castillejo, mostró su agradecimiento a los presentes y les dejó un último consejo: "Los sacerdotes no deben afirmarse unos contra otros".

La salida de Martínez, que el 1 de junio tomará posesión en el Arzobispado de Granada, fue confirmada por el Vaticano cuatro días después de conocerse los datos de la inspección de la Junta de Andalucía en Cajasur, que motivo la investigación de la Fiscalía Anticorrupción en la caja, y dos días después de que el Ministerio de Economía aprobara los estatutos de la caja con el aumento del peso de la Iglesia en los órganos de gobierno.

El nuevo destino de Martínez está considerado un ascenso en la jerarquía eclesial, aunque tras el enfrentamiento con Castillejo, ha sido calificado como la derrota del poder espiritual (el obispo) frente al poder temporal de Castillejo, que llegó a desobedecer órdenes de la máxima autoridad eclesial en Córdoba sobre Cajasur. Castillejo, canónigo del Cabildo Catedralicio, no asistió a la ceremonia de ayer en la Mezquita Catedral a la que sí acudieron 85 sacerdotes de todas las tendencias y que conforman menos de la mitad de la diócesis de Córdoba. De los seis patronos en el Consejo de Administración de Cajasur, sólo faltó el presidente.

En el tiempo en que tomó la palabra -una media hora en total-, Martínez lanzó un discurso fundamentalmente pastoral en el que apeló a la comunión y la humildad: "La Iglesia no es como el AVE, donde hay varias clases, aquí todas las vocaciones son de primera clase", dijo. Martínez también pidió perdón por el "escándalo" que haya podido ocasionar, "si alguien lo ha interpretado así". En una nota pública de diciembre de 2002, el prelado reprochó a Castillejo la "escandalosa" póliza de 2,9 millones de euros; le acusó de practicar la "intoxicación" de forma permanente y denunció sus "pactos" con el Partido Popular.

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