Un psicólogo considera que el guardia civil acusado cometió dos crímenes
El psicólogo que trató a José Luis García Barrosa, el guardia civil acusado de matar a un compañero del instituto armado en el bilbaíno cuartel de La Salve en septiembre de 2001, declaró ayer en el juicio que se sigue por esta causa que tiene "el convencimiento interno" de que fue efectivamente el autor de este crimen, pero también de la muerte de otro guardia civil retirado, asesinado días antes en Mungia.
En la cuarta sesión de la vista con jurado que se celebra en la Audiencia de Vizcaya, el psicólogo, quien también es sargento de la Guardia Civil, explicó ayer que "dentro de la estructura mental del paciente, estas actuaciones adquieren el mismo encaje que las piezas de un puzzle", informa la agencia Efe.
Este especialista destacó, sin embargo, en su testimonio que el acusado "no está loco", sino que presenta un "trastorno de personalidad irreversible, que le hace pensar diferente a los demás". A renglón seguido, precisó que García Barrosa "distingue lo lícito de lo ilícito. Si comete una acción la lleva a cabo de forma premeditada y muy astuta".
El psicólogo, quien declaró en calidad de testigo, resaltó que el procesado, que se encontraba de baja laboral por motivos psicológicos en el momento en que ocurrieron los hechos, "nunca reconoció de forma clara y explícita que fuera autor" de los dos crímenes (el del guardia Ángel Manuel Villa Villa en La Salve y el del guardia retirado Leonardo Raúl Graña en Mungia), pero en las diferentes entrevistas que mantuvo con él "se recreaba hablando de forma utópica sobre cómo hubiera planeado los asesinatos".
"Limpieza"
Relató que el inculpado se mostraba "muy crítico" cuando hablaba de la víctima, ya que consideraba que "no era un buen marido, ni un buen hijo, y que, como guardia civil, realizaba actividades irregulares y tenía comportamientos poco éticos". Añadió que "su mente producía distorsiones, y en estas distorsiones se veía como el ejecutor" e incluso le llegó a comentar que "se había hecho limpieza".
Para este testigo, la "gota que colmó el vaso" del trastorno del acusado fueron los atentados del 11 de septiembre contra las Torres Gemelas en Nueva York, ya que le hicieron pensar en que "si podían morir tres mil inocentes, por qué no los impresentables que tenía cerca".
Durante la sesión de ayer también testificó la esposa del guardia civil acusado, quien recordó que ella y su marido mantenían una relación de amistad con el fallecido y su esposa. Tras defender la inocencia de su esposo, la mujer resaltó que "la única prueba física en su contra es una manchita de sangre en su mochila". "Que nos digan la antigüedad de esa mancha, porque es del tamaño de una alfiler y nosotros íbamos a la playa y a otros sitios con el fallecido", recalcó.
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