Los demonios reviven en Riazor
Dos errores defensivos condenan al Deportivo frente al Valencia
Como un viejo demonio redivivo, el Valencia volvió a interponerse anoche en el camino del Deportivo hacia un título de Liga. La afrenta valencianista a Riazor no alcanzó la magnitud de la catástrofe vivida hace 10 años, cuando la Liga se escapó en el penalti errado en el último minuto por Djukic, quien curiosamente regresaba en A Coruña al equipo titular del Valencia, como si fuera una estratagema para convocar a los fantasmas. Pero la derrota de anoche sonó como una enorme bofetada a un Depor que acababa de coger el liderato y parecía lanzado hacia la meta. La desdicha de Manuel Pablo, que regaló dos goles al rival, y la recuperación del Valencia más consistente tumbaron al Depor para añadir más incertidumbre al final de Liga.
DEPORTIVO 1- VALENCIA 2
Deportivo: Juanmi; Manuel Pablo (Scaloni m. 68), Donato, Naybet, Romero; Sergio (Luque m. 68), Duscher; Víctor, Valerón, Fran (Amavisca m. 76); y Makaay.
Valencia: Cañizares; Ayala, Djukic, Pellegrino, Carboni; Marchena, Albeada (Sánchez m. 86); Vicente (Kily González m. 80), Aimar (Baraja m. 82), Fabio Aurelio; y Carew.
Goles: 0-1.M. 13. Remate de Vicente desde la frontal del área y Fabio Aurelio remata a gol tras el rechace de Juanmi. 1-1. M. 48. Córner que saca Víctor, cabecea de Donato y el árbitro señala gol tras sacar Cañizares saque el balón en una posición muy dudosa. 1-2. M. 63. Pifia monumental de Manuel Pablo, que regala un balón a Fabio Aurelio y éste marca tras encarar a Juanmi.
Árbitro: Rubinos Pérez. Amonestó a Albelda, Víctor, Pellegrino y Vicente.
Nada ilustra mejor la distancia entre este Valencia atribulado y aquel equipo exultante del final de la campaña anterior que la situación de Baraja, futbolista capital hasta hace poco y suplente anoche por decisión de Benítez. Y eso que al Valencia se le amontonaban las bajas en tal cuantía que hasta tuvo que inventarse una banda derecha con Ayala y Vicente desplazados de sus posiciones naturales. Benítez pareció asumir que, en el precario estadio del equipo, había que olvidarse del fútbol y dedicar la gente a funciones de entorpecimiento. El Valencia recuperó su rostro más adusto y hermético, y su propuesta metió en serios problemas al Deportivo, que se encontró con una tenaza en el medio del campo, donde nadie tenía tiempo a pensar. Enrejado entre los barrotes del Valencia, el Depor incurrió en los errores habituales en estos casos: imprecisión y tendencia a conducir demasiado la pelota, incluso en jugadores tan vacunados contra ese vicio como Valerón y Fran. Como los costados tampoco fueron muy pródigos, el cuadro de Irureta se extravió en un bosque impenetrable.
El resquebrajamiento del Depor alcanzó también a la defensa, donde los años de Donato quedaron delatados por un Carew veloz e inquieto, que explotó el recurso de arrastrar a los centrales a las bandas. El gol de Valencia fue en buena media una concesión local. Nació de una acción de Manuel Pablo que atentó contra el librillo básico del defensa: un despeje desde el área hacia la frontal, que pilló Vicente y convirtió Fabio Aurelio tras el rechace de Juanmi. No acabarían ahí los errores de Manuel Pablo, que cuando ya parecía emerger de su interminable lesión se convirtió en el triste protagonista del partido. Cuando su equipo ya había empatado y parecía en condiciones de enderezar el choque, el lateral canario entregó una pelota mansa a Fabio Aurelio, que sólo tuvo que ultimar a Molina. Irureta cambió a Manuel Pablo poco después, y el público tuvo el detalle de disculparle, aplaudiéndole.
El gigantesco error del lateral culminó un arranque de la segunda parte en la que las claves del partido parecían haber mudado. El Valencia se soltó el freno y compareció con una resolución que no se le había visto hasta entonces. El Depor sufrió y disfrutó a la vez de ese cambio de actitud. Su defensa vivió más peligrosamente que hasta entonces, pero arriba encontró el espacio vital que le faltaba. El empate, sin embargo, llegó de un córner que propició un gol fantasma. No se pudo apreciar bien si el cabezazo de Donato rebasó por completo la línea de gol. Lo cierto es que el árbitro lo dio, pese a la manifestación que organizaron los valencianistas, y por un momento pareció que Donato, como hace una semana en Málaga, iba a ser una aparición mágica. Pero el desliz de Manuel Pablo dejó en anécdota el gol fantasma. A la defensa del Valencia le sobra oficio y resistió con aplomo la desesperada acometida del Depor, cuyo liderato puede haber sido un suspiro.
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