Agilidad y comodidad
El Jaguar XJ es la alternativa británica a las grandes berlinas alemanas (Audi A8, BMW Serie 7...). Su línea clásica oculta una mecánica a la altura de las mejores, pero, al contrario que otros rivales, busca la sencillez en el uso y hasta prescinde de ciertos avances para no complicar la vida al conductor. El resultado práctico es curioso porque no sólo no se echan de menos, sino que su ausencia simplifica el trabajo del conductor y hace que se sienta en seguida como si llevara toda la vida conduciendo el coche.
Manejabilidad sorprendente
El nuevo Jaguar muestra un planteamiento más deportivo que otros modelos de su tamaño, pero sólo en algunos aspectos. La carrocería es más baja de lo habitual en estas berlinas, lo que supone una posición de conducción y unos asientos más pegados al suelo que hacen sentirse algo encajonado. Pero lo más curioso es que se puede regular la altura de los pedales para encontrar la mejor postura. Tiene unos mandos de tacto suave, salvo el acelerador, poco progresivo al arrancar desde parado.
A pesar de sus grandes medidas sorprende por la sensación de agilidad y ligereza que transmite. Una de las claves es la carrocería de aluminio, que reduce el peso en 200 kilos. Y junto a la nueva suspensión neumática y la amortiguación electrónica CATS aportan un comportamiento dinámico versátil y conseguido. El XJ se adapta a cualquier trazado y estado del piso con naturalidad y mantiene siempre una estabilidad y confort sobresalientes. Además se comporta con seguridad, porque incluye de serie todos los avances, desde unos frenos grandes y un buen ABS hasta el control de estabilidad (DSC en Jaguar)...
En carreteras amplias y autopista navega sobre el asfalto al ritmo que se elija con una comodidad y acústica interior impecables. En zonas muy viradas gira con sólo acariciar el volante, apenas balancea en las curvas y responde siempre con precisión y eficacia. Pero lo importante es que lo hace sin exigir esfuerzos al conductor, que siente todo bajo control.
Un motor suave con poderío
Aunque el motor 4.2 V8 de 300 CV no es el más potente de la gama, sus prestaciones son muy brillantes, en parte por su buena relación peso/potencia, y también por el escalonamiento del cambio automático de seis marchas. Tiene una respuesta suave y consistente casi desde el ralentí, y después empuja con fuerza y nervio hasta las 6.000 vueltas. Y devora los kilometros. Sorprende el carril en U para accionar el cambio, a primera vista anticuado frente a los secuenciales, pero en la práctica muy fácil de usar: es suave y rápido cuando se necesita y lleva un programa Sport que estira más las marchas, reduce por sí solo y admite una conducción más deportiva.
Por lo demás, los consumos son altos, pero correctos para su cilindrada: gasta unos 10 litros a ritmos legales, entre 14 y 15 en conducción rápida y 16 en los atascos.
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