Tres técnicos de Industria declaran que Rontealde ocultó información al Ejecutivo
El jefe del Departamento de Industria de Vizcaya, Manuel Fulgencio, cuando se produjo el escape tóxico de barakaldo en 1994 y dos técnicos del mismo área coincidieron ayer en que la empresa química Rontealde "trató de ocultar información" sobre el funcionamiento de la compañía el 21 de octubre de ese año, cuando se produjo el escape de dióxido de azufre (SO2) tras el que murió una persona y otra veintena sufrió diversos problemas respiratorios.
Los tres miembros de Industria testificaron ayer, en el juicio que se celebra en la Audiencia de Vizcaya, sobre uno de los elementos claves del caso, el sensor de la chimenea de Rontealde que, según insiste la empresa, no detectó ninguna contaminación. Sin embargo, los aparatos de control exteriores del Gobierno vasco registraron emanaciones que, según las conclusiones del fiscal, superaron en 12 veces los límites legales.
Los técnicos dudaron del buen funcionamiento del sensor de Rontealde y atribuyeron que no detectara la contaminación a que "el aparato no funcionaba correctamente" o la emisión tóxica " fue tan fuerte que se salió de las mediciones máximas que podría recoger".
Los tres testigos se ratificaron en el informe que realizó el equipo de Industria en Vizcaya, en el que se alude también a la falta de colaboración de la empresa. En concreto, el texto especifica que tanto el día del escape "como en tres ocasiones más" se exigió a los directivos de Rontealde información diversa sobre la planta, como registros de temperaturas o datos del sensor. Añadieron que la firma no entregó la información hasta 10 días después.
Protocolo
También aludieron a otro aspecto repetido en este juicio, el incumplimiento del protocolo firmado entre Rontealde y el Ejecutivo que obligaba a la empresa a avisar de los arranques y paradas de la factoría. Aseguraron que el arranque de aquel 21 de octubre de 1994, hecho al que las acusaciones achacan el origen del escape, "no cumplió los requisitos" del protocolo ya que se inició por debajo de los 400 grados "de la masa catalítica". Se consideraba que la puesta en marcha debía iniciarse sobre 415 grados, ya que en temperaturas inferiores había riesgo de una mala combustión del dióxido de azufre y, por tanto, las emisiones contaminantes a niveles superiores.
Los técnicos de Industria afirmaron que "no existe ninguna duda" de que el escape procedió a Rontealde. "Aquella mañana evidenciaron que el interés empresarial siempre está por encima del medio ambiente y que, en su afán por empezar a producir, arrancaron la planta sin esperar a alcanzar las temperaturas mínimas exigidas", dijo el entonces delegado de Industria, quien, al ser insistido sobre esta cuestión, afirmó que esta conducta se repetía especialmente en el sector químico.
El juicio, que iba a continuar el lunes, se ha aplazado hasta el 5 de junio por enfermedad de un perito.
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