La lengua y la función pacificadora de la Acadèmia
La AVL y el problema del uso social marcan la legislatura
La legislatura que acaba está marcada por la creación de la Acadèmia Valenciana de la Llengua (AVL) en el verano del año 2001 en virtud del acuerdo alcanzado en las Cortes Valencianas por los dos partidos mayoritarios, PP y PSPV. Desde entonces, la institución ha sido objeto de críticas por su funcionamiento. Pero a pesar de los numerosos obstáculos, internos y externos, se puede afirmar que la Acadèmia ha contribuido a cierta pacificación del ambiente, siempre hostil en Valencia cuando se trata de la lengua. Así se ha expresado en alguna ocasión un editor al que la Generalitat le ha censurado libros de texto. Otra cosa es la normalización y la normalidad.
Porque, aunque la creación de la Acadèmia ha bajado la temperatura del siempre febril debate lingüístico durante la presente campaña electoral, sobre todo en el enfrentamiento entre los dos partidos mayoritarios, no se han dejado de tomar decisiones cuestionables cuando no contradictorias. Mientras se aprueba el requisito lingüístico para el acceso a la función docente se excluye la reconocida licenciatura de Filologia Catalana, entre otros guiños destinados a la busca del voto secesionista, cada vez más residual. Mientras Punt Dos, íntegramente en valenciano, sigue en la absoluta clandestinidad, Canal 9 reduce la lengua a los telediarios y al fútbol.
El mayor problema, no obstante, es el uso social del valenciano. La Mesa per l'Ensenyament, que aglutina a los principales agentes sociales afectados, ha denunciado el incumplimiento del Pacte per la llengua. El PP ha renunciado a firmar el Compromís per la Llengua, que ha sido el lema de esta edición de la Trobada de Escoles en Valencià, que reúne a decenas de miles de personas. En ellas se ha denunciado el tope impuesto en las líneas de escolarización en valenciano.
De antemano, todos los candidatos a la Generalitat se han mostrado firmes en su defensa y promoción de la lengua durante la campaña. La única certeza es que el próximo presidente hablará valenciano, tras ocho años en que brillaba por su ausencia en el Palau.
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