EE UU realiza un gigantesco simulacro de atentado terrorista
El 'ensayo' costó 15 millones de euros y se preparó durante un año y medio
Estados Unidos prepara su defensa con grandes simulacros terroristas. Un ejercicio piloto para medir la capacidad de respuesta ante un posible atentado con armas de destrucción masiva lo prepararon durante año y medio más de 8.500 efectivos de la policía, los bomberos y los servicios médicos. El entrenamiento de esta semana constaba de dos atentados casi simultáneos, primero uno radiológico en Seattle seguido ayer por otro bioterrorista en Chicago.
Una bomba radiológica estalla a mediodía en pleno centro de la ciudad de Seattle, Estado de Washington, y en instantes esparce una nube radioactiva. Hay decenas de cadáveres en el asfalto, autobuses volcados, coches abrasados y gente gritando desesperada. En pocos minutos empieza a llegar la policía y los bomberos a la escena del caos, sospechando que se trata de un atentado del grupo terrorista Glodo. Es 12 de mayo de 2003, fecha del primer gran simulacro terrorista en Estados Unidos y todo ha salido de acuerdo al guión.
El Departamento de Seguridad de la Patria tiene previsto realizar entrenamientos similares en grandes centros urbanos, como Nueva York, Los Angeles o Miami. La iniciativa antiterrorista se inauguró en Seattle y Chicago al ser dos ciudades con posibilidades de convertirse en blancos terroristas, en concreto de Al Qaeda, según documentos requisados a esa organización.
Seattle es especialmente vulnerable por ser una ciudad portuaria y estar cerca de Canadá, frontera en la que han arrestado a varios miembros de Al Qaeda. Es también la sede de dos empresas emblemáticas de Estados Unidos, el líder mundial de software Microsoft y la compañía de construcción aeronáutica Boeing. El hipotético atentado del lunes proyectó una imagen de destrucción que a muchos norteamericanos les hizo recordar los trágicos momentos del 11 de septiembre de 2001. El simulacro cobró además visos de realidad al conocerse a últimas horas de la noche los atentados en Arabia Saudí.
Los efectos especiales que usaron durante el ensayo lo hicieron muy real, tanto que las autoridades, en previsión de que se desatara el pánico, lo habían notificado previamente por carta a los residentes. Al sonido de las explosiones a las 12 del mediodía siguió el de las sirenas, las ambulancias y los helicópteros. Inmediatamente se disparó la alarma en el centro nacional de coordinación antiterrorista en Washington y avisaron al presidente George W. Bush.
Sistemas de comunicación
El ministro de Seguridad Nacional, Tom Ridge, asumió el mando y puso en efecto el plan de Alerta Roja, en el que todas las agencias federales, estatales y locales actúan en coordinación. Los sistemas de comunicación funcionaron, a diferencia de lo que había ocurrido en la vida real cuando los bomberos de Nueva York se quedaron atrapados en las Torres Gemelas porque la frecuencia de sus radios falló y además estaba en una banda distinta de la de la policía.
En esta ocasión, 100 agencias de los distintos estamentos de los gobiernos locales y de la Administración central pudieron comunicarse sin problema, y sincronizaron además el rescate con la Cruz Roja y hasta con el Gobierno de Canadá. Rápidamente trasladaron a 92 heridos a los hospitales y efectivos equipados con trajes de protección comenzaron a limpiar el sitio y a rescatar los supuestos cadáveres, unos 60.
El problema mayor, admitieron los funcionarios, fue medir el nivel de radioactividad y el radio de extensión. "Ése es un aspecto susceptible de mejora, sin duda", dijo el jefe de la policía local, Clark Kimerer.
Para complicar más la situación, el guión contemplaba un complot para introducir armas de destrucción masiva por la frontera de Canadá aprovechando el caos, y una segunda detonación en la Universidad Pacific Lutheran, a 60 kilómetros al sur de Seattle, donde el supuesto grupo terrorista Glodo tomó además como rehenes a 170 estudiantes. Y al día siguiente, ayer, los hospitales de Chicago se inundaron de pacientes con síntomas de una extraña gripe. En realidad se trataba de un patógeno genéticamente manipulado por bioterroristas.
El ensayo terrorista costó 15 millones de euros.
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