Globalización y desigualdad
Sobre la globalización económica se ha escrito tanto que hoy prevalece la sensación de que poco o nada queda por esclarecer. Sin embargo, el subtítulo del libro de Luis de Sebastián -Claves para entender la globalización- indica que la oferta editorial considera hoy por hoy que las explicaciones habidas no han sido suficientes, y que "para comprender la globalización" es necesario aportar más debate y más información. El autor se aplica a ello en un texto que quizá pueda calificarse de genérico, pero que tiene la virtud de la pedagogía sistemática.
Tan pedagógico, que el libro empieza por un análisis templado del capitalismo, mal llamado economía de mercado por los publicistas contemporáneos. Sebastián no comparte el entusiasmo por las teorías que presentan al capitalismo como el ajuste milagroso entre oferta y demanda, sin obstáculos ni rozamientos entre vendedores y compradores. El óptimo de Pareto es tan angelical que si se juzgara la realidad con semejante premisa la economía sería una rama de la teología. Sin embargo, abundan los teóricos de la libertad de mercado que principian y agotan los argumentos en contra de los servicios públicos con el solo principio del excelso comportamiento de ese mercado abstracto compuesto por agentes económicos que actúan como puntos ideales, sin intereses ni tendencias, y ejecutan operaciones que son como líneas geométricas, sin espesor ni resistencia.
Un mundo por hacer. Claves para entender la globalización
Luis de Sebastián
Editorial Trotta
ISBN 84-8164-544-3
Esta teología neoliberal no es inofensiva, es decir, no se agota en la fervorosa entronización del capitalismo como el sistema espontáneo de la humanidad, tal como suponía Hayek. Presiona para disolver los obstáculos que se oponen a la globalización espontánea. Porque, una vez se avanza por las páginas del libro, ya se advierte que la globalización, que en resumen no es sino la libre circulación del capital financiero en todos los mercados mundiales, puede enfocarse como un proceso que debe progresar sin trabas o bien como una reorganización del sistema que debe ser encauzada o regulada si se pretende que sus beneficios se extiendan de forma [relativamente] homogénea por todas las economías del planeta o simplemente se quiere evitar el empeoramiento de la desigualdad económica.
Sebastián parece muy preocupado por la desigualdad. Uno de los capítulos más interesantes del libro es precisamente el que hace un repaso, en el tono genérico mencionado, a las víctimas de la globalización, que son, según su recuento, abundantes: víctimas de la liberalización comercial, de la internacionalización de la producción, de la aplicación de nuevas tecnologías, de las crisis financieras, de la deuda externa, de los fracasos en los ajustes económicos, de las guerras, de la exclusión...
El modelo del autor, por descontado, es el de la globalización ordenada, es decir, regulada y encauzada por los organismos internacionales (FMI, Banco Mundial, Organización Mundial de Comercio), que son precisamente los que la ideología neoliberal quiere debilitar o ningunear. En su opinión, el Fondo Monetario Internacional es el organismo que debe atesorar una visión global de los mercados financieros para evitar, en la medida de lo posible, los riesgos de los flujos financieros tan sofisticados. Eso sí, previa descontaminación del neoliberalismo dominante.
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