Charada hecha disparate

Si sigue haciendo películas tan penosas como La verdad sobre Charlie, el célebre y prestigioso Jonathan Demme corre el peligro de que acabe tomando cuerpo de cosa evidente el viejo rumor de que quien de verdad dirigió la estupenda El silencio de los corderos fue Anthony Hopkins y no él.

Es este engendro uno de esos remakes con que Hollywood invita a la gente vieja a olvidar (y a la gente nueva a no conocer nunca) sus momentos de oro, cubriéndolos de mierda. Quiere ser La verdad sobre Charlie una réplica de aquella maravilla titulada

Charada, que bordaron Stanley Donen, Cary Grant y Audrey Hepburn, un prodigio de comedia de intriga y enredo, un vendaval de inteligencia, gracia, agilidad y elegancia, que queda aquí reducido a un auténtico dislate, a un insuperable ejercicio de impotencia, a una nueva ofensa a la memoria del cine, a otra, pero ésta más pretenciosa y por eso más ridícula, repetición mimética de irrepetibles películas clásicas, de las que estos remakes son sombras parásitas.