_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Futuro

Sevilla necesita todavía dar un salto sin miedo al vértigo y al riesgo y apostar, de una vez por todas, por la modernidad. Escribo cuando apenas la garganta me responde y siento casi carnalmente el peso de los volantes que, sin ningún tipo de problema, paseé por el real como si vivir fuera una fiesta permanente, que es un espejismo en el que no es difícil caer en una ciudad en la que, con motivo de cualquier cosa, inventamos que aquí nace la alegría y en ella se consuman todas nuestras aspiraciones. Alguien se puede estar preguntando a qué viene esto, incluso yo mismo casi tengo algún temor al escribirlo, porque no sería la primera vez que alguien me responde con abertxales maneras, es decir, con ese fundamentalismo lugareño con el que algunos levantan murallas impermeables, ante cualquier viento que pueda mover una sola de las ramas en las que se sustenta su supervivencia y desde la que tratan de imponer un modelo de ciudad inamovible. Pero decía que acaso algunos estarían preguntándose a qué viene esto y aunque en realidad no creo que pueda parecer extemporáneo, teniendo en cuenta los pesos de abril y mayo, también digo que lo que me ocurre estos días es que entro en desasosiego electoral, en estado de ansiedad ante lo que pueda venirme en la campaña a punto de empezar y en la que lo más temido es verla pasar una vez más sin que alguien se haya atrevido a hablar de otras maneras de entender la vida, distintas de las que nos llevan de altares a casetas y de casetas a caminos y de caminos a geranios y de geranios a balcones y de balcones a rezos y de rezos a cantes y de cantes a bailes y de bailes a lo mismo y así hasta que alguien, alguna vez, como por un milagro, se crea de verdad ciudadano del siglo XXI y saque de todo eso lo que vale, puesto en el momento oportuno y defienda la enorme riqueza cultural y artística de todo eso, pero la riqueza cierta, la real, la válida, que no sólo no puede despreciar nadie, sino que nos es absolutamente necesaria para saber de nosotros mismos. Y al tiempo, sin miedo y con arrojo, empiece a hacernos creer en el presente y en quienes en él se comprometen por un futuro en el que nada de lo vivo nos sea ajeno, ningún riesgo nos escandalice, todas las puestas sean dignas de atención y la creatividad y la modernidad nos hagan amar sin prejuicios, ni temor, todas las ricas y necesarias herencias del pasado. El futuro es una urgencia.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_