Un sacerdote, condenado a 11 años de cárcel por abusos a seis niñas
El párroco llevaba a las menores a su despacho o al confesionario
El sacerdote de la parroquia de El Salvador de Peñarroya (Córdoba), J. D. R. G., de 49 años, ha sido condenado a 11 años de prisión por abusar sexualmente de seis niñas de entre ocho y diez años. Los hechos ocurrieron entre octubre de 2000 y junio de 2001. La sentencia del Juzgado de lo Penal Número 1 de Córdoba señala que el párroco se valió de su situación para "satisfacer sus apetencias libidinosas". Según recoge la sentencia, el sacerdote tocaba la zona vaginal de las menores en su despacho o en el confesionario, ya que las menores aseguraron que por su ubicación era un lugar poco visible para el resto de feligreses, actos que se repitieron en varias ocasiones. "Los demás niños no podían ver lo que ocurría en el confesionario dado la configuración de éste y la colocación de los demás niños que eran llamados a medida en que el cura terminaba de administrar la confesión", recoge la sentencia.
Durante el juicio, J. D. R. G. negó actos lujuriosos, aunque admitió que en algunas ocasiones ha realizado la confesión en su despacho de la parroquia y reconoció haber efectuado algún tocamiento "de modo fortuito y nunca con propósito lascivo". El Ministerio Fiscal consideró llamativo que los tocamientos estén referidos a niñas y en ningún caso a niños, por lo que "nada es fortuito".
La defensa del párroco recurrirá el fallo ante la Audiencia Provincial. El tribunal considera que la defensa, que se limitó a negar los hechos, no pudo aportar ninguna prueba y que sólo presentó testigos para demostrar que el sacerdote era una persona "ejemplar" y "querida" entre los vecinos del pueblo donde desempeñaba su labor. El sacerdote acudió al juicio acompañado por numerosos feligreses de su parroquia.
El tribunal considera prueba fundamental el testimonio de las seis menores, aunque también se basa en las declaraciones de otras cuatro mujeres que relataron haber sufrido tocamientos similares en el pasado, cuando eran menores. A pesar de la condena de once años, el párroco sólo tendría que cumplir seis de ellos y no podrá volver al pueblo en los próximos tres años. Así mismo, la sentencia recoge que no se puede estimar que existiesen razones de animadversión que hubiesen motivado las denuncias.
El fallo sostiene que no quedó acreditado trauma o quebranto de la integridad psíquica o moral de las menores. El tribunal denegó la petición de la defensa del sacerdote, a la que se unió el letrado que representa a las menores, de una prueba pericial, ya que "no se trata de la declaración de una menor de la que pueda sospecharse una posible fabulación".
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