Querido presidente Bush
A: Presidente Bush, Casa Blanca
De: Sadam Husein, en un sótano de Bagdad
Ya está, me ha amargado el cumpleaños... Muy bien, ha ganado usted, y el premio es Irak. ¿Está preparado? No creo. La verdad es que espero que fracase. Pero, como mi pueblo ha sufrido ya bastante, le voy a dar unos cuantos consejos sobre cómo gobernar este país, antes de que se cargue la situación del todo:
1) Efectivamente, Irak era como era, en parte, porque yo era como era; y yo he sido malo. Pero lo que ahora ve usted es que yo era como era, en parte, porque Irak era lo que es, un lugar muy difícil de gobernar sin una mano de hierro. Sé que el pueblo iraquí no me quería. Y pronto descubrirá que tampoco le quieren a usted. La gran pregunta siempre ha sido: ¿Se quieren entre sí? ¿Pueden encontrar los kurdos, chiíes y suníes una forma de vivir juntos sin una mano de hierro que les mantenga unidos? Tal vez, pero no lo van a averiguar por sí solos. Van a necesitar una mano firme que les guíe. Necesita una idea muy clara de hacia dónde quiere llevar el país porque, si no la tiene, créame, la tendrán otros.
2) Si pretende crear aquí un poder autónomo, más vale que comprenda que lo de impacto y pavor no vale sólo para la guerra. Es una herramienta cotidiana para gobernar este lugar. ¿Por qué ha tardado dos semanas en echar a ese tipo que se declaró a sí mismo alcalde de Bagdad? ¿Y qué me dice de todos los demás? Las bandas armadas o los clérigos chiíes se están haciendo con el control de todo el país. Usted creía que iba a limitarse a decapitar mi Ejército y utilizarlo para dominar el país. Pero lo que se vino abajo fue el Ejército entero, y no tiene aquí tropas suficientes para llenar el vacío de seguridad; cada vez que sus chicos oyen disparos, sufren un ataque de pánico y la emprenden a tiros. Yo gobernaba Irak con mano de hierro. Usted intenta hacerlo en plan barato, con un dedo de hierro. Ni hablar. Esto no es Noruega, amigo. Su impotencia dará a la gente mucho más miedo que su poder.
3) Cuando acabó con mi Ejército, deshizo la institución laica más importante del país, y los clérigos se están dando prisa en llenar el hueco. Algunos son buena gente, y otros no. Dado que los chiíes constituyen el 60% de Irak, si quiere que los propios habitantes se gobiernen, la pregunta más importante que tiene que hacerse es: ¿Quién domina la comunidad chií iraquí? Lo que está en juego con la respuesta no es sólo el futuro de Irak, sino también, en cierto modo, el de Irán.
¿Por qué? Recuerde que el verdadero centro académico y espiritual del chiísmo no es la ciudad iraní de Qom, sino la ciudad iraquí de Nayaf. Qom no es más que un poblachón que sólo adquirió importancia religiosa porque yo aplasté a mis chiíes, mientras que Jomeini creó una teocracia chií en Irán.
La mayoría de los dirigentes espiritules chiíes en Nayaf se oponen desde hace mucho a la idea de Jomeini de que los clérigos chiíes tengan que ocupar el poder. Opinan que eso ha corrompido el clero en Irán, ha indignado a la población y ha alejado a los chiíes jóvenes de su religión. Ahora, usted ha desencadenado una lucha por el control de Nayaf entre los dirigentes chiíes que creen en la separación entre mezquita y Estado y los clérigos proiraníes que desean gobernar Irak según el modelo de Jomeini. Por eso están tan preocupados los iraníes por lo que sucede aquí. Saben que si Nayaf vuelve a convertirse en el centro chií y cae bajo el dominio de ayatolas iraquíes que opinan que los clérigos no deben participar en política, los motivos del clero iraní para permanecer en el poder quedarán debilitados.
Se trata de la lucha por el poder más importante que existe hoy en Oriente Próximo. Por ahora, el clero chií iraquí en Nayaf no tiene fuerza. No cuenta con demasiados clérigos veteranos. Yo me encargué de que fuera así. Pero usted no puede limitarse a instalar a sus propios líderes chiíes. Tienen que surgir por sus propios medios. Tiene que crear en Nayaf las condiciones necesarias para que vuelvan los estudiantes y puedan florecer de nuevo las tradiciones naturales de los chiíes árabes de Irak, con el fin de contrarrestar la influencia de Irán.
4) Recuerde siempre una cosa: Éste es un país árabe. Los iraquíes quieren ser árabes de primera categoría, no estadounidenses de segunda. Si pretende construir un centro político moderado y legítimo, tendrá que contar con la ayuda y la cobertura de los Estados árabes y la ONU. Los iraquíes, al final, querrán que el mundo árabe y sus medios de comunicación consideren legítimos a sus partidos y dirigentes. No quieren ser vistos como unos títeres de Estados Unidos. Aquí no se ve Fox News.
Señor Bush, sé que se preguntará por qué no me esforcé más para evitar esta guerra, que ha acabado con mi vida política. ¿En qué demonios estaba pensando? ¿A quién hice caso? La respuesta es: sólo me hice caso a mí mismo. No cometa el mismo error.
Traducción de M. Luisa Rodríguez Tapia.
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