La pintura ascética de Ramón Gaya cierra su antológica en el Reina Sofía
La exposición de 170 obras se organiza por el Premio Velázquez 2002 al artista
La última pintura de Ramón Gaya, de 92 años, se acerca a una fase ascética de "extremada pureza", según declaró ayer el poeta y crítico de arte Enrique Andrés Ruiz, comisario de la antológica que el Museo Nacional Reina Sofía, de Madrid (Santa Isabel, 52), ha organizado con motivo del Premio Velázquez 2002, concedido al artista por el Ministerio de Educación y Cultura. La exposición contiene 170 pinturas, dibujos y apuntes de todas las etapas del pintor murciano. Fue inaugurada con la asistencia del príncipe Felipe y de Ramón Gaya, que sigue pintando cada día.
La interpretación habitual sobre Ramón Gaya como un artista "a la contra" del arte de su tiempo y antivanguardista tras su primer viaje a París en 1928 quiere ser matizada en esta exposición por su comisario, Enrique Andrés Ruiz, que ha recuperado unas veinte obras poco conocidas, con la colaboración del pintor y de su esposa, Cuca Verdejo, y del Museo Gaya, de Murcia. La muestra, patrocinada por Caja de Ahorros del Mediterráneo, estará abierta hasta el 25 de agosto en la tercera planta del museo.
"Gaya es uno de los faros de la cultura española del siglo XX. Conviene matizar, por su gran complejidad, el hecho de que se presente como alguien en contra del arte de su tiempo. Alguien que tiene complicidades con Juan Ramón Jiménez y con Picasso no se puede decir que haya sido antivanguardista y que esté en contra del arte contemporáneo. También se interesa por Van Gogh y Klee. La lectura de sus complejos escritos y la naturalidad de su pintura arrojan nueva luz sobre su posición al margen o en contra del arte de su tiempo", declaró Enrique Andrés Ruiz en la presentación de la antológica.
El comisario cree que a partir de su primer viaje a París, en 1928, donde conoce a Picasso y Bores, Gaya entra en la tradición de la gran pintura europea. "Cuando vuelve a Murcia, Jorge Guillén le pregunta lo que había visto en París y el pintor responde que lo que más le gustan son Las
meninas. La decepción del arte de vanguardia se debe a su parte de artificio y olvido del arte de la tradición. Desde entonces se agarra a la 'gran roca española' del Museo del Prado, que considera el corazón de Occidente".
La antológica recoge el homenaje a las grandes figuras de la tradición, sobre todo Velázquez, Tiziano, Murillo, Cézanne, Van Eyck y Picasso, y "sacrifica la originalidad del arte contemporáneo". Las citas a la pintura del pasado aparece en los bodegones y naturalezas muertas, en un montaje que sigue un orden cronológico, con las primeras pinturas realizadas en Murcia, colaboraciones en revistas, el poscubismo, la participación durante la II República con decorados para La Barraca, de García Lorca, en el museo ambulante de Misiones Pedagógicas, en la redacción de Hora de España
y en el pabellón de España en la exposición de París de 1937.
El primer exilio en Francia, con pinturas en el castillo de su amigo Cristóbal Hall, y el posterior en México, donde residió hasta 1952, son otras etapas de su antológica. Además de las pinturas y acuarelas se exponen sus obras como escritor y poeta (autor de Velázquez, pájaro solitario; El sentimiento de la pintura y la edición de sus obras completas en Pre-Textos), los libros ilustrados y testimonios de Octavio Paz y Tomás Segovia.
El recorrido sigue por su regreso a Europa, su residencia en Roma en 1956 (donde mantiene estudio) y su primer viaje en 1960 a España, donde tiene su primera antológica en la galería Multitud, de Madrid, en 1978. Tras otra antológica de 1989, del Ministerio de Cultura, y la dedicada a sus ciudades, por el IVAM en 2000, la exposición del Reina Sofía llega hasta las últimas pinturas de 2001. "Gaya sigue practicando el oficio de la pintura diariamente", dice el comisario. El artista, desde hace un año, se expresa con muchas dificultades, y no pudo decir con palabras su alegría ante la exposición, que visitó antes de su apertura.
El escritor Andrés Trapiello confirma que no ha perdido su sentido del humor y trabaja todos los días para asombro de sus amigos, con "unas pinturas limpias, despojadas, casi blancas, con fuerza y muy feliz". Trapiello colabora en el catálogo junto con Enrique Andrés Ruiz, Nigel Dennis, Tomás Segovia, Francisco Brines y Pedro A. Cruz Sánchez.
Babelia
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