_
_
_
_
_
VISTO / OÍDO
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Contramanifestación

Llamaron "rojo" a Caldera: esos eran los mil manifestantes contra Castro, y por Aznar, por Estados Unidos. Una contramanifestación. Eran pocos y duros. Pero ¿qué hacía allí Caldera? Está contra los crímenes en La Habana, llamados fusilamientos; pero ¿debe sumarse al Gobierno para rescatar una derecha que se le está aguando? Qué locura. Palabra benévola: no es locura sino estupidez, interés disfrazado de lenguaje; y la de los ministeriales es tan grave que contagia a la oposición. El Gobierno se traga el sapo de la guerra y manda un general y tres funcionarios anglohablantes a la ocupación de Irak, y cuatrocientos soldados para guardar el orden: meten su derecha en la extrema derecha, mientras balbucea la ministra de Exteriores, por la dificultad mental entre lo que debe decir y la realidad.

Los cubanos en el exilio se nutren de una razón y una pasión, no histórica pero sí personal. Arden: tienen la vehemencia que les ha prestado Washington y la pequeña patria de Miami. Los maneja allí el Partido Republicano; aquí, el Popular. Se les ha hecho extrema derecha, si no lo fueron antes: querrían que se entrara en Cuba como en Irak. Esta manipulación sale de un dolor y de una clase, como la manipulación gubernamental de las víctimas del terrorismo vasco las lleva a su campo: hacia lo que viene pasando desde que son un partido único (y tampoco querría yo un régimen turnante). Allí estaban entre el millar de designados y explotados, pero no fueron a las manifestaciones contra la guerra, y reprocharon a quienes iban a ellas que no las abandonaran por su tema. Ni creen que manifestarse por Cuba es hacerlo contra su interminable bloqueo ¿Cuántas veces la izquierda se ha manifestado, cuántas veces se han pintado las manos de blanco y han enseñado la inocencia del asesinado, cuántas han llenado las plazas de España contra un crimen recién cometido, y contra todos los que le han precedido? Si éstos esperan que vaya la Legión y lo marines, no lo van a conseguir.

Ya hubo manos libres a policías y guardias civiles con los socialistas: y aún están presos por delincuentes. Hay muchas maneras de estar contra el terrorismo que no son las de los aznaríes ni las de los filipinos. Las hay de manifestarse contra el bloqueo de Cuba. Las tres bases de estos días, terrorismo, Irak y Cuba, están desvirtuadas; lo que es lógico y humano -que no fusilen, que no maten a un oponente, que no destrocen un país- quieren acapararlo estos extremistas para sí; y teñirse de extrema derecha, y dejan la conciencia para la izquierda, como es su tradición y su razón de ser. Y llamar "rojo" y "comunista" a Caldera es fascismo. Ése, no.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_