Bush no se pone al teléfono con Fox
México busca la reconciliación con EE UU tras el distanciamiento causado por las divergencias sobre la guerra de Irak
El presidente mexicano, Vicente Fox, telefoneó a George W. Bush, durante la guerra de Irak, y tardó días en ser atendido. El jefe de la Casa Blanca estaba muy ocupado, pero, fundamentalmente, manifestaba su enfado con quien fuera su aliado y cuate ranchero, de parecido perfil y trayectoria, que rechazó sus reiteradas invitaciones a sumarse al ataque contra Sadam Husein. "Nos sentimos profundamente decepcionados", declaró el jueves Tom Ridge, secretario de Seguridad de EE UU. Fox no ha tenido contacto personal ni telefónico con Bush desde hace semanas.
Llevará tiempo. México ha propuesto a Washington redoblar la colaboración en asuntos como la seguridad en una frontera de 3.200 kilómetros, con un millón de cruces diarios, y la lucha contra el terrorismo. El secretario de Gobernación, Santiago Creel, se reunió el miércoles y el jueves con Ridge para articular proyectos y filtros. Ningún problema si conviene a EE UU. El funcionario estadounidense quiso limar asperezas: "Habrá oportunidades de trabajar en temas de interés común".
Muchos mexicanos temen represalias en asuntos clave como inmigración y el acuerdo agrícola
Los mexicanos temen otras represalias, acceso más difícil a los centros de decisión estadounidenses, definitiva muerte del ansiado acuerdo migratorio y dificultades para revisar el capítulo agrícola del Tratado de Libre Comercio entre EE UU, México y Canadá, en vigor desde hace 10 años. La confianza entre México y Estados Unidos quedó rota, según el historiador y académico de la Universidad de Harvard John Womack, autor de EmilianoZapata y la Revolución Mexicana. "Nada" une a los Gobiernos de Fox y Bush. "Únicamente las botas que ambos usan". Y, según esa tesis, ni las botas, porque el presidente mexicano debe usar zapatos ortopédicos tras una operación de hernia discal.
El ambiente sigue enrarecido. Algunos legisladores mexicanos no pudieron concretar citas en el Capitolio norteamericano. Durante la guerra, un juez volvió a bloquear la venta mexicana de atún en EE UU y el FBI recibió órdenes de detener en la frontera a los ilegales con carácter indefinido.
Para el columnista Félix Fuentes, son los dos primeros golpes de los muchos ideados contra México, que este mes preside el Consejo de Seguridad. "Algunos ingenuos creen que Bush quedó fascinado por su triunfo sobre Irak y ya olvidó el incidente con el Gobierno de Fox", escribió en El Universal. Cerca de 2.000 braceros de Aguascalientes no recibieron visado para trabajar en EE UU, y Jesús Ramírez, coordinador del Programa de Empleo Temporal, lo atribuyó a la posición mexicana sobre el conflicto de Irak. "Fue muy claro", dijo.
Los especialistas discrepan entre quienes descartan represalias y quienes avizoran un bache profundo. La interdependencia de los dos países es estrecha, política, social y comercialmente; también la de sus sociedades, y las eventuales sanciones, frenos o restricciones contra México dañarían también a los estadounidenses. México, cuyo PIB sube o baja según va la economía de EE UU, tiene peso específico como para imponer límites al malhumor del imperio.
La asimetría, no obstante, es grande y los mexicanos, especialmente los domiciliados en los Estados fronterizos, correrían con la peor parte de producirse un apriete de tuercas. El país latinoamericano, con más del 50% de sus 100 millones de habitantes en la pobreza, vende a EE UU casi el 90% de sus mercancías, aunque buena parte producidas por firmas norteamericanas establecidas en México. Este país recibe cerca de 8.000 millones de dólares en remesas de sus emigrantes, y es estadounidense el 80% de los 20 millones de turistas extranjeros que visitaron México y dejaron 8.500 millones de dólares, según datos oficiales.
Cuatro millones de mexicanos viven sin documentos en EE UU y confiaban en un acuerdo migratorio. "Es falso que vamos a pagar con la no firma de este acuerdo. Estaba muerto desde el 11-S", estima el académico Lorenzo Meyer.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.