Aumenta el número de parejas sin hijos y el de hogares monoparentales sostenidos por mujeres
La mayoría de los hogares de la provincia de Barcelona están formados por parejas con hijos. Pero cada vez menos, porque las tendencias están cambiando y ahora las formas en expansión son los hogares unipersonales y monoparentales, con claro predominio de las mujeres como núcleo del hogar en ambos casos, sobre todo en Barcelona ciudad. El tercer grupo en expansión es el de las parejas sin hijos.
Según el estudio, los hogares formados por parejas con hijos en 1995 eran aproximadamente el 60%, cifra que ha bajado a algo más del 52%. En cambio, los que suben son los unipersonales, los constituidos por parejas sin hijos -en 1995 representaban el 12% y en 2000 prácticamente el 20%- y los monoparentales.
Entre los hogares unipersonales, el predominio de las mujeres de edad está claro: de cada 10 hogares unipersonales, siete los forman mujeres mayores -el 64% tienen más de 60 años-, y tres, hombres.
Otro capítulo en el que las mujeres son mayoría es el de los hogares monoparentales, especialmente en Barcelona ciudad y en la primera corona metropolitana. En Barcelona, los hombres que conviven solos con sus hijos son el 19,2%, y las mujeres, el 80,8%. Por ese mismo motivo, en los últimos cinco años se ha incrementado el número de hogares en los que las mujeres son las cabezas de familia.
El estudio concluye que la ciudad de Barcelona tiene la mayor concentración de hogares unipersonales y monoparentales, con predominio de las viudas. Esa realidad también se va extendiendo en la primera corona metropolitana.
Sin embargo, el resto de la provincia presenta modelos familiares de composición más compleja. Por ejemplo, con residencia compartida por varias generaciones y, por norma general, una estructura más tradicional "y mucho más catalana", puntualiza el informe.
La tendencia al retroceso de la emancipación de los jóvenes de entre 18 y 29 años observada en 1995 parece tocar techo. En ese año el 17,9% de los jóvenes de esa edad ya no convivían con sus padres y en 2000 el porcentaje ha subido al 20,3%. En estos últimos cinco años, han abandonado el hogar familiar más chicos que chicas. Sin embargo, en el conjunto de la provincia las mujeres emancipadas son el 23,6%, frente al 16,8% de los hombres.
Peor pagadas
Los ingresos de los jóvenes emancipados de entre 18 y 29 años reflejan que las mujeres ganan menos que los hombres y además sufren la precarización laboral más que los varones. Por ejemplo, el 65% de los varones tienen contrato estable, el 17,4% temporal y el 0,9% carecen de él. Entre las mujeres, esas cifras son del 60%, 20,8% y 10%.
Según otros datos sobre la familia, las parejas cuyos dos miembros tienen carrera universitaria mayoritarias en todos los ámbitos territoriales y en 10 años se ha consolidado un cambio decisivo en cuanto a la organización del trabajo doméstico: retrocede el modelo del ama de casa y aumenta el reparto de las tareas domésticas de forma más equitativa entre hombres y mujeres.
El estudio es optimista y asegura que la asunción de la doble jornada por la mujer -la del trabajo fuera de casa y el doméstico- está disminuyendo. Las edades de las parejas son determinantes en la distribución de los papeles: más de una tercera parte de las parejas en las que el cabeza de familia tiene entre 20 y 29 años comparten las tareas domésticas.
A mayor categoría socioprofesional, más reparto del trabajo en casa, y lo mismo ocurre cuando el nivel de estudios es más alto, de forma más acusada si es la mujer la que tiene una mejor capacitación profesional o un nivel de estudios más alto.
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