Supongamos que la paz
Supongamos que la paz es posible, supongamos que dialogando comienza la paz. Supongamos que desde sus diferencias, el Lehendakari Autónomo vasco y el Presidente Foral navarro se reúnen, y convienen la convocatoria de una consulta entre sus ciudadanos. Supongamos que la propuesta se presenta conjuntamente al pueblo español, y requiere a su vez del pueblo francés una representación institucional propia para el Departamento de los Pirineos Atlánticos. Se negarán por supuesto, pero tan solo supongamos.
Supongamos que una delegación de estas tres comunidades actualmente separadas, acuerda consultar la voluntad de sus respectivos ciudadanos, periódicamente y siempre que lo estimen necesario. Supongamos que el gobierno español y el gobierno francés dialogan y reconocen la actual división territorial de este sujeto, pongamos Baskeland, y que ambos comprenden su derecho a decidir desde lo que son, su propio futuro.
Supongamos que la paz no se impone con discursos militares, ni chantajes armados. Supongamos que libremente, cada ciudadano decide si mantiene su actual estatus regional delegado, o si prefiere constituirse en una sola nacionalidad con representación internacional propia. Supongamos que la consulta es vinculante, por supuesto y que cada comunidad, cada individuo y cada proyecto político expresa su pluralidad a través de las urnas. Supongamos que vascos, navarros, españoles y franceses aceptan y respetan su resultado. Supongamos que la paz se construye dialogando todos los días del año. Supongamos que hoy comienza la paz.
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