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LA POSGUERRA EN IRAK | Contribución militar del Gobierno

El embajador español en Kuwait acudió a la reunión con la oposición

Yolanda Monge

Un periodista polaco preguntó el pasado martes en Varsovia a José María Aznar si no consideraba un éxito de Polonia y un fracaso de España que la primera estuviera presente y la segunda ausente de la conferencia de Nasiriya, donde el general retirado estadounidense Jay Garner discutió el futuro de Irak con representantes de los grupos de oposición a Sadam Husein.

El jefe del Gobierno le respondió que la presencia española en la reconstrucción de Irak es "tan evidente que no necesita comentario", tras recriminar al periodista polaco lo "incompleto" de su información.

Fuentes gubernamentales indicaron que en Nasiriya sí hubo un representante español, el embajador en Kuwait, Álvaro Alabart, aunque éste se limitara al papel de observador. El secretario de Estado de Defensa, Fernando Díez Moreno, mantuvo recientemente una larga entrevista en Kuwait con Garner, pero aún no ha definido qué papel jugará España en la Adminitración interina que el general de EE UU dirigirá en Bagdad.

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Por otra parte, el contraalmirante Juan Moreno Susanna, jefe del contingente español en Um Qasr (Irak) declaró ayer a Europa Press que los militares a sus órdenes están trabajando "24 horas de 24" y que el hospital de campaña instalado en el interior del campo de prisioneros próximo a la ciudad ya ha comenzado a funcionar.

"El simple hecho de poner el hospital ha calmado a los prisioneros, porque sienten que alguien les va a curar", explicó.

Respecto al dispensario ubicado en la ciudad, explicó que diariamente se desplazan tres médicos y dos enfermeros de la unidad sanitaria embarcada a bordo del Galicia, donde se tratan los casos más graves.

En concreto, el pasado martes atendieron a 50 heridos en el dispensario y ocho en el buque. "Son sobre todo niños, porque hay mucha munición" abandonada, dijo el contraalmirante. Explicó que dos de los niños atendidos llegaron a Um Qasr desde Basora después de sufrir quemaduras al explosionar una granada con la que jugaban, falleciendo otros dos.

Añadió que la atención sanitaria que proporciona el contigente español es una "alegría" para la población. "Están contentos con nosotros", alegó. "No hemos participado en la guerra y, por lo tanto, no piensan que podamos hacer algo contra ellos".

En cuanto al reparto de ayuda humanitaria, aseguró que "va bien" y que, gracias a las autoridades religiosas locales, los militares españoles no sufren ya los tumultos y aglomeraciones del primer día. "Ellos mismos traen una cuadrilla de gente que es la que se dedica desde el camión a ir repartiendo los alimentos", explicó.

"Deben quedar unos 8.000 o 10.000 desayunos y unas 2.000 raciones de comida por repartir", añadió el contralmirante, para quien en Um Qasr "el hambre no es el problema", sino el desempleo, que afecta a la mayor parte de la población.

Los militares españoles, concluyó su responsable, no realizan tareas de mantenimiento del orden público. "Entre otras razones, porque en este momento no tenemos capacidad para ello".

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Sobre la firma

Yolanda Monge
Desde 1998, ha contado para EL PAÍS, desde la redacción de Internacional en Madrid o sobre el terreno como enviada especial, algunos de los acontecimientos que fueron primera plana en el mundo, ya fuera la guerra de los Balcanes o la invasión norteamericana de Irak, entre otros. En la actualidad, es corresponsal en Washington.

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