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GUERRA EN IRAK | La situación en Bagdad

Crecen las protestas contra las tropas de EE UU

Francisco Peregil

En la misma plaza del Paraíso, donde llegaron los estadounidenses y derribaron la estatua de Sadam Husein, cada mañana se congrega la gente sin voz a gritarles a los marines todo lo que quieren. Una pancarta dice que los periodistas no son los únicos con derecho a ser protegidos. Otro cartel señala que las fuerzas de la coalición son responsables de la seguridad de los presos políticos desaparecidos. Varios automóviles dan vueltas a la plaza con carteles pidiendo que los estadounidenses se impliquen en la búsqueda de los presos. De un vehículo baja un líder religioso. "Esta pobre gente ha recurrido a mí para que yo les pida a los americanos que busquen a los presos, pero como no hacen nada, sólo me queda denunciarlo ante la prensa", señala el líder del grupo.

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Llega un gran tractor a la plaza, con mucha gente montada. El tractor lleva música y los hombres que bailan encima de él se están mofando del Baaz, el que hasta hace unos días era el partido único. "Los del Baaz son unos proxenetas", corean. En menos de una semana la gente ha perdido el miedo a hablar. Ayer, una decena de kurdos pegaba carteles con el rostro del líder kurdo Masud Barzani sobre la misma columna en la que se hallaba la estatua de Sadam. Sonaba un tiroteo de rifles al fondo, pero nadie excepto los soldados estadounidenses y los periodistas parecía prestarle mucha atención.

Sin teléfono

Una mujer de unos sesenta años pasea con un cartón en el que alguien le ha escrito un número de teléfono de Australia. Necesita llamar urgentemente. Bagdad sigue sin teléfono. Miles de personas quieren decirles a sus familiares que se encuentran bien. Si un periodista acude a un hospital o a una casa a entrevistar a alguien es probable que regrese con cuatro o cinco números para llamar a Londres, Damasco o Ammán y decir que toda la familia está bien. Y en otro país, al otro lado del teléfono, a menudo hay alguien que contesta con ansiedad, con la voz entrecortada por el llanto al saber que los suyos se encuentran bien.

En gran parte de la ciudad aún se vive sin luz eléctrica y con dificultades para encontrar gasolina. Hay casas particulares que han puesto carteles en sus puertas anunciando la venta de fuel.

La basura se amontona en la calle más que nunca. Muchas zonas desprenden un tufo a edificio quemado tras los saqueos. Mientras mucha gente se encuentra sin empleo, el que sabe inglés puede ganar hasta cien dólares diarios por trabajar como intérprete entre los cientos de periodistas que llegaron a Bagdad tras la entrada de los estadounidenses. Cada día se aglomera más gente en la plaza de El Paraíso, frente a los hoteles Sheraton y Palestine. Cada día, las tropas estadounidenses ponen más metros y más alambres entre los dos hoteles y los iraquíes. No terminan de verse los coches blancos de la policía patrullando la ciudad. Y el libertinaje de algunos aplasta la libertad de la mayoría.

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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