Un enviado de Chalabi toma las riendas y nombra un jefe de policía en Bagdad
El 'número dos' del hombre favorecido por el Pentágono se instala en la capital iraquí
La batalla por el poder ha empezado sobre las ascuas humeantes de Bagdad. Horas antes de la reunión de formaciones opositoras en Nasiriya para establecer una Administración transitoria en Irak, Ahmed Chalabi, líder del Congreso Nacional Iraquí, favorecido por el Pentágono, se instaló ayer en el hotel Palestina con la intención de tomar las riendas de la capital. "Hemos nombrado un jefe de policía, con la cooperación de un general estadounidense, y en las próximas horas empezarán las patrullas mixtas", dijo Mohamed Mohsen al Zobaidy.
"Mi objetivo es organizar la vida de la ciudad y acabar con los saqueos", dijo Al Zobaidy en una entrevista con los enviados especiales de Ta Nea y EL PAÍS, la primera que concedía a su llegada a Bagdad. Para ello, el número dos de Chalabi ha nombrado como jefe de la policía de Bagdad al general retirado Zuhair al Noemi, hombre que, según subrayó, "fue apartado del cuerpo por sus discrepancias con el régimen".
"Tenemos previsto poner en marcha la emisora de radio en FM y, en cuanto podamos, la televisión", declaró Al Zubaidi, a quien acompaña un camarógrafo. El político señaló asimismo que están trabajando para que la refinería de Al Dora pueda reanudar sus actividades. Las gasolineras de Bagdad seguían cerradas. "En cuanto a la electricidad, no va a poder restablecerse a la vez, sino que tendrá que hacerse por etapas".
Instalado en el despacho del director del hotel Palestina, Al Zobaidy subraya que es el único miembro de la oposición que se halla en Bagdad. Sin embargo, hace 23 años que salió de Irak y sus actividades durante la pasada década en el norte del país, en el Kurdistán semiautónomo, no garantizan que vaya a sintonizar con sus conciudadanos. "No tengo ambiciones en el Gobierno", dice, "he venido para servir a mi gente y dirigir esta ciudad, luego los iraquíes tendrán que elegir".
Un asistente de Al Zobaidy explicó que el dirigente había llegado a Bagdad hace tres días -"antes de que Irak fuera liberado"- y que no era un desconocido porque "sus hombres han estado trabajando en el país clandestinamente". "Fue condenado a muerte en seis ocasiones durante el régimen de Sadam", añadió Yamal al Sorachy a modo de credenciales. Sin embargo, ninguno de los presentes en una cola de pan en Karrada había oído hablar de él. La mención de Chalabi provocó gestos de escepticismo. "Tienen que dejarnos elegir nuestro destino", pidió Selim.
El Congreso Nacional Iraquí (CNI) es una organización paraguas de grupos de oposición a Sadam Husein ideada por Chalabi en el verano de 1991, justo después de la guerra del Golfo y sobre la que siempre ha planeado la sombra de la financiación de la CIA. Bajo el objetivo de derribar a Sadam y establecer un Irak democrático, el CNI ha agrupado a representantes de todo el espectro político, desde islamistas shiíes hasta liberales suníes, pasando por los dos principales partidos kurdos, pero no es, ni mucho menos, la única formación con interés en participar en la vida política iraquí.
Prueba de la relevancia que tiene el gesto de Al Zobaidy fue la llegada a media mañana de ayer al hotel Palestina del jeque Ayad al Musawi. "Estoy aquí para ayudar a construir un Irak unificado y sin divisiones sectarias", declaró el enviado del clero shií de Nayaf. En los últimos días, esa ciudad, considerada el Vaticano de los shiíes, ha sufrido una gran convulsión con el asesinato del ayatolá Al Joie, primero, y con el asedio a la casa del ayatolá Sistaní, después. Sistaní había pedido a los iraquíes que se opusieran a la invasión.
En Bagdad, el general Al Noemí va contar con la ayuda de otros cuatro generales para restablecer el orden. Su primera misión será organizar las patrullas mixtas de policías iraquíes y soldados estadounidenses que desde hoy vigilarán las calles de la capital. Los agentes van a desplazarse en sus vehículos e irán armados con la pistola reglamentaria, según Al Zobaidy. Miles de ellos se presentaron ayer ante unos militares norteamericanos desbordados por la respuesta.
"Espero que podamos poner fin al caos con la asistencia de Estados Unidos, que ya nos ha ayudado a librarnos de un mal gobernante", declaró el general Asur Mahmud Daud, que acudió al Palestina de uniforme, pero sin arma. En su opinión, "harán falta entre 10 y 15 días desde que la policía empiece a patrullar para que mejore la situación". En cualquier caso, el general espera que "el Ejército estadounidense se vaya en cuanto se calme todo". "No es bueno que estén aquí". Al Zobaidy admitió que será "el Pentágono quien decida cuánto tiempo van a quedarse los soldados". "No estoy en contacto con ellos, pero mi idea es entre tres y seis meses, si se logra completar la tarea", dijo. Nada más llegar a Kabul, Hamid Karzai estimó en dos meses la presencia de las tropas norteamericanas. Era diciembre de 2001 y allí siguen.
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