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VISTO / OÍDO
Columna
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Peor están en el Congo

Los marines treparon por la estatua gigante de Sadam, le taparon la cabeza con la bandera de barras y estrellas, gritaron de entusiasmo, la multitud también; luego cambiaron la bandera por la iraquí y derribaron al dictador. Así cayeron las cabezas de Stalin y las de Hitler. Las de Franco, no. Aquí había un consenso, una transición, un "atado y bien atado".

¿La multitud? A las cuatro de la madrugada oigo en Si amanece, nos vamos (Roberto Sánchez, en la SER) que el espectáculo estaba ensayado; con unos comparsas. "Son unos quinientos en una población de cinco millones", dice el corresponsal de Tele 5, Jon Sistiaga. Quizá chiitas, tal vez algún kurdo. Los demás están consternados, he oído; pero también veo y oigo a Rumsfeld, secretario de Defensa, hablar de la alegría de los liberados. Está contento: cuando le criticaron algunos militares no cambió: no está en su naturaleza. Se apunta para la historia: dice que esta invasión es tan importante como la caída de Berlín. No: la caída del muro, el final del comunismo y de la Unión Soviética, dejó tras sí unas secuelas, y una de ellas es ésta: la caída de los países. O el principio: no es seguro que hayan caído. El día de la entrada en Bagdad, los aviones yanquis mataron a 14 personas (civiles, como es natural) en Afganistán, creyendo que era una guerrilla. Porque hay guerrillas: la guerra no ha terminado. Y ahora está Siria: ¿es posible que esté allí Sadam Husein? Rumsfeld lo barrunta: y quizá esté preparando algo. Y para Irán. El "fin de la historia" no llegó, como cantaron antes: pero lo pueden dictar. Lo mismo creyeron los césares augustos. Y los faraones, que esperan aún momificados.

Las guerras no terminan nunca: engendran otras. Los estrategas, los politólogos, hablaban de "guerras resolutivas": no las hay. En 1914 los franceses decían de la Gran Guerra el apócope de "la der des ders", la última de las últimas: quedaban más grandes: venía la revolución rusa, la contrarrevolución alemana, la mundial... Uno cuando ocuparon Francia dijo: "Han ganado una batalla, no la guerra".

Ojalá fuese así. Ojalá -"inch Allah"- esta Guerra del Tercer Mundo sea la última porque se consiga que todos coman, vivan al abrigo del clima, tengan la técnica de su lado, y las patentes de las farmacias sean gratuitas. No parece que vaya a ser así. Ni que termine la Historia tan fácilmente. Aún oigo a Ana Palacio decir a los periodistas en duelo: "Peor están en el Congo". Cómo son éstos.

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