Reporteros

Julio Anguita Parrado y José Couso acaban de apuntar su nombre en la lista de víctimas de la guerra de Irak. Quienes pensaban que el conflicto entre Sadam y Bush nos pillaba como a trasmano, es decir, bastante lejos de nuestros intereses y nuestra vida cotidiana, estaban muy confundidos. El humo negro de los misiles y de los pozos incendiados, la sangre de las 1.300 víctimas civiles o las aguas turbias del Tigris llegan hasta nosotros lo queramos o no. Y ya podemos sellar ventanas y puertas, apagar el televisor o pasar de la prensa diaria, porque, al final, la desgracia se nos cuela como lenguas de polvo por cualquier resquicio. Hoy le ha tocado a dos periodistas nuestros: un cronista de guerra que cubría la información desde la misma línea de fuego y un cámara de Tele 5 que recolectaba imágenes del paisaje más desolado. Tanto uno como otro volverán a España sin la satisfacción de haber firmado un reportaje sobre el final de esa guerra o pesadilla que han vivido tan de cerca. Pero la muerte no perdona, no es indulgente y ni siquiera respeta a los que no entran en el juego, a ese montón de desarmados que anotan en su cuaderno las expansiones del dolor, las formas de la tragedia y el ilimitado alcance de la iniquidad humana.
Ni Julio ni José pudieron imaginar hace unas cuantas semanas que la onda expansiva del conflicto del golfo les alcanzaría de lleno. El caso del periodista Julio Fuentes, abatido en noviembre de 2001 en Afganistán, parecía un caso aislado, de pura mala suerte. ¿Cómo pensar entonces que la ruleta del destino se detendría en el número fatal de sus vidas? Sin embargo es así. Las guerras son así, sobre todo cuando la sinrazón pilota cazabombarderos, blindados de apoyo o carros de combate M1 A1. Un simple movimiento y el mortero responde sin preguntar quién anda al otro lado del muro. Fuego amigo contra soldados angloamericanos, kurdos o reporteros de cualquier bandera. Es la gran ceremonia de la confusión. Da lo mismo el origen del misil. Sea de procedencia iraquí o de la Tercera División de Infantería Mecanizada, el resultado es el mismo: muerte sin remedio, muerte cercana como la de Julio Anguita y José Couso.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Archivado En
Últimas noticias
El ‘Gran Hermano’ más corto de la historia lo ganó una de Jerez, y se fue a quemar Madrid
Última hora de la actualidad política, en directo | PSOE y Sumar abordan este viernes la crisis de gobierno
Un nuevo asentamiento arraiga en una plaza tras el desalojo del B9: “¿De verdad pensaban que íbamos a desaparecer?"
El Banco de Francia mejora sus previsiones de crecimiento pese a la incertidumbre sobre el presupuesto
Lo más visto
- Los hijos de Isak Andic negocian un acuerdo para pagar 27 millones a la pareja del empresario y cerrar el conflicto por el legado
- El Supremo condena a ‘Okdiario’ y a Eduardo Inda por intromisión en el honor de Iglesias al acusarle de cobrar de Venezuela
- Irene Escolar: “Si la gente se droga es porque encuentra en ello una anestesia que necesita. Negarlo es absurdo”
- La asociación mayoritaria de guardias civiles no está de acuerdo con la DGT en sustituir los triángulos por la baliza V16
- “No podemos hacer nada”: la IA permite copiar en exámenes de universidad con una facilidad nunca vista




























































