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Basterretxea muestra su obra en Pamplona mientras ultima una escultura para la UPNA

El escultor asegura que nadie ha continuado la línea de arte vasco surgida en el siglo XX

"No veo que la línea del arte vasco emprendida por nosotros se haya mantenido. A mí me toca resistir. Los países felices no dan grandes artistas. Necesitamos cierto grado de contrariedad para hacernos las grandes preguntas interiores que ahora no se plantean", aseguró ayer Néstor Basterretxea en Pamplona, donde la Universidad Pública de Navarra (UPNA) ha presentado una muestra de homenaje al creador vizcaíno, quien trabaja en la instalación de una gran escultura para el campus navarro, para la que ya tiene diseñado el proyecto.

Basterretxea (Bermeo, 1924) ha llevado a la sala de cultura Carlos III de la UPNA diez collages de gran tamaño, cuatro grabados y la última escultura de la Serie Cosmogónica Vasca, Mari. Piezas todas que conserva en su caserío de Hondarribia. "Tengo mucha obra en casa porque apenas vendo", señaló con sorna el escultor.

Las obras seleccionadas fueron realizadas entre 1986 y 1995. "La inmediatez de concreción del color es lo que más destacaría", afirmó el artista. "Usé papeles que me proporcionan unos auténticos brujos mejicanos que viven en Hondarribia. Papeles teñidos de tomate, puerros, patatas... elementos naturales que dan una paleta de posibilidades fascinantes".

Con la "relativa abstracción" que supone plasmar en el cuadro los recuerdos paisajísticos y lumínicos del mundo figurativo, Basterretxea sostiene su rígida ordenación geométrica matizada por sorprendentes colores cálidos.

Cofundador del grupo experimental Equipo 57 y miembro del grupo Gaur, al que se adscribieron Chillida, Mendiburu, Amable Arias, Zumeta, Ruiz Balerdi o Sistiaga, Basterretxea sigue trabajando a sus 79 años y critica con educación no exenta de reproche la actitud de las nuevas generaciones hacia la tarea emprendida en el siglo XX por los artistas vascos, al escarbar en la mitología para aportar a la cultura vasca los iconos de los que carecía. "Hemos sido un pueblo más dotado para la palabra que para la imagen. Nosotros recuperamos la memoria sobre algo que no existió y aún no sabemos por qué", sostuvo.

"Sin embargo, los jóvenes artistas vascos son crueles con nosotros. A veces sólo les falta decir 'a ver cuándo te mueres", prosiguió. "Yo los veo egoístas, con prisa por triunfar, ajenos al hecho de que el arte en un asunto muy serio que exige serenidad, mucho tiempo, mucho pensamiento para aportar calidad real. Algunos acuden a Nueva York y vuelven americanizados, incluso transfigurados físicamente", exclamó el escultor.

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"Yo les comprendo, pero les tengo menos respeto. Quizá la presión política nos instó a buscar cosas dentro de nosotros, en nuestro entorno que hoy la libertad o la felicidad no plantean, pero antes de nosotros había pintores-periodistas, el arte vasco nació con nosotros y ahora casi nadie nos ha seguido", reflexionó

Basterretxea expuso además su sensación de que los gestores del legado artístico de Jorge Oteiza a Navarra "van a soslayar el espíritu profundo y didáctico" con el que fue donada su obra. Consideró que razones políticas ("corrientes antivascas", indicó textualmente) pueden intentar "desvasquizar o desvirtuar" el sentido del legado oteiziano, aunque reconoció que existe "mucha codicia malsana" alrededor del creador guipuzcoano.

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