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GUERRA EN IRAK | El papel de Rusia

Rice negocia en Moscú las relaciones de EE UU y Rusia tras la guerra

La consejera de Seguridad estadounidense transmite un mensaje de Bush a Putin

Pilar Bonet

EE UU y Rusia reafirmaron ayer su voluntad de impulsar sus relaciones tras la guerra en Irak, pese a sus divergencias sobre el conflicto y pese a incidentes como el tiroteo del convoy que evacuaba a los diplomáticos rusos de Bagdad. La apertura de nuevas perspectivas entre Washington y Moscú para la posguerra fue el resultado de la visita de 24 horas que la asesora nacional de Seguridad norteamericana, Condoleezza Rice, realizó a la capital rusa. La alta funcionaria transmitió a Vladímir Putin un mensaje del presidente George W. Bush en el que este último expresa su voluntad de trabajar juntos.

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En sus seis horas de conversaciones, Rice pasó una hora en compañía de Putin y de sus ministros de Defensa y Exteriores, Serguéi Ivanov e Ígor Ivanov, respectivamente, con los que había conversado antes por separado. Otra hora la pasó con el secretario del Consejo de Seguridad, Vladímir Rushailo. Sin embargo, la mayor parte de su jornada fue acaparada por Alexandr Voloshin, el jefe de la Administración presidencial, con el que había conversado en febrero durante una visita confidencial de éste a Washington. Voloshin, considerado uno de los artífices de la línea pronorteamericana del Kremlin, era ayer el anfitrión oficial de Rice.

Rice respondió a las demandas rusas de que la ONU vuelva a desempeñar un papel en Irak y aseguró que esta organización, junto a otras entidades internacionales y Estados "tendrán papeles que desempeñar" en la posguerra. "Los rusos entienden que, tras el esfuerzo y la sangre derramada al liberar Irak, es comprensible que la coalición tenga un papel dirigente en la fase inicial", señalaron las fuentes. "Lo que tenemos que discutir es cómo seguir a partir de ahí", afirmaron.

El tiroteo de una caravana rusa el domingo a la salida de Bagdad fue tratada por Rice y sus interlocutores, pero ambas partes mostraron contención. El interés de Moscú por conseguir un papel en los proyectos posbélicos de Estados Unidos parecía ayer infinitamente más importante que la preocupación por los peligros a los que hayan podido estar sometidos sus ciudadanos.

A juzgar por los testimonios del embajador ruso, Vladímir Titorenko, y de un corresponsal de televisión que viajaba con él, los norteamericanos son responsables de los disparos que causaron cinco heridos en el convoy, uno de ellos todavía hospitalizado en Irak. Mostrando el parabrisas de su coche atravesado por un orificio de bala, Titorenko aseguró que los tiros venían de un fusil M-16 de fabricación norteamericana. El corresponsal de la cadena rusa de televisión, Alexandr Minakov, señaló que los disparos sólo podían proceder de los norteamericanos y habían sido intencionados. Minakov explicó que la caravana iba precedida de dos coches iraquíes, tras los cuales seguían los vehículos de diplomáticos con el banderín nacional ruso y los coches de los periodistas.

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Los tiros obligaron a los viajeros a tenderse en el suelo durante veinte minutos sin poder atender a los heridos y causaron muertos en la escolta iraquí, señaló el periodista, según el cual una columna de blindados norteamericanos salió después del mismo lugar de donde venían los disparos.

Condoleeza Rice saluda al ministro de Defensa ruso, Serguéi Ivanov, ayer en Moscú.
Condoleeza Rice saluda al ministro de Defensa ruso, Serguéi Ivanov, ayer en Moscú.REUTERS

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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