El concierto contra la guerra reúne a miles de personas en la sexta gran protesta en Madrid
Los artistas se desligan de las agresiones: "En los estadios hay violencia y nadie culpa a Raúl"
Cuatro horas de concierto, intervenciones contundentes -el más aplaudido, el juez Baltasar Garzón- y fiesta sirvieron al Gran Wyoming, maestro de ceremonias de la sexta gran protesta contra la guerra en Madrid, para concluir: "No han logrado impedir que esto sea una concentración pacífica. Condenamos la violencia. La misma que se produce cada domingo en los estadios, y a nadie se le ha ocurrido culpar a Raúl o Zidane". Miles de madrileños abarrotaron los alrededores de la Puerta de Alcalá y siguieron el concierto desde cualquier lugar, incluso apretujados contra las vallas del Retiro.
De nuevo discrepancias en las cifras: 500.000 personas, según los organizadores; 15.000 según la policía. Lo cierto es que la sexta gran protesta en Madrid contra la guerra de Irak fue, de nuevo, multitudinaria. Ayudó la espectacular jornada de sol primaveral y la posibilidad de ver gratis en concierto a Manolo Tena, Cómplices, Javier Gurruchaga, La Vargas Blues Band, Martirio, Señor Antipirina, Paco Ibáñez, Miguel Ríos, Ana Belén y Víctor Manuel o Pedro Guerra. Joaquín Sabina estaba anunciado, pero no apareció.
Todos los organizadores coincidieron en que la gente no sólo no se ha cansado de manifestarse, sino que incluso acude "jaleada" por los ataques del PP.
Hubo muchos discursos. Pero dos de ellos recibieron los aplausos más encendidos. Primero, la vehemencia de Javier Gurruchaga, que gritaba contra Aznar mientras se desvinculaba de los violentos: "No estamos con los que roban el jamón. No es nuestro mensaje. Pero que no venga Aznar a recuperar el discurso de las dos Españas. Si el 91% de la gente está contra la guerra, entre ellos miles de votantes del PP, ¿dónde están las dos Españas?". Gurruchaga usó así un truco de político, que consiste en dejar la pregunta al adversario en el aire.
El segundo fue el juez Baltasar Garzón, quien apareció por sorpresa -estaba de guardia en la Audiencia Nacional- y leyó un durísimo discurso a medias con su hija María. Garzón, que está amenzado de expediente disciplinario por un artículo contrario a la posición del Gobierno ante la guerra publicado en EL PAÍS, dirigió sus críticas directamente contra el Gobierno de Aznar. El magistrado aseguró que este Ejecutivo pretende "silenciar a los ciudadanos" con afirmaciones "no sólo cobardes, sino mezquinas y de insolidaridad contra las víctimas de la guerra". Garzón apeló a la comunidad internacional para que detenga "esta locura", y aunque se mostró ligeramente optimista porque cree que las manifestaciones son la prueba de que "la revolución de la paz ha comenzado", sostuvo que no hay "nada que negociar" con quienes han impulsado la guerra. Y defendió una vez más que la única solución es llevar a los responsables ante un tribunal internacional, aunque sostuvo que "el pueblo ha dictado sentencia condenatoria".
Una vez más, las invectivas más feroces se volcaron contra José María Aznar. El propio Wyoming le reprochó que a la misma hora en que se celebraba el concierto hiciera unas manifestaciones de las que se podría deducir que el PP es el único partido democrático: "La democracia es la voluntad del pueblo, ¡entérese!". También denostó las insinuaciones de la ministra de Exteriores, Ana Palacio, quien sostuvo que la guerra supone beneficios económicos para los españoles: "No queremos un céntimo que provenga del descuartizamiento de niños. ¡Quédeselos!".
En algún momento los insultos subieron de tono, y fue muy repetida la acusación genérica de "asesinos", que el PP considera especialmente injuriosa. En las últimas marchas habían predominado los jóvenes y habían desaparecido las familias, tal vez atemorizadas por el número de heridos. Pero ayer volvieron, y con la mezcla de cantantes jóvenes con incombustibles leyendas tuvieron para todos. Otra vez se escucharon viejas canciones, como el A Galopar de Rafael Alberti, o La Puerta de Alcalá, y viejos lemas, como el de "el pueblo, unido, jamás será vencido".
Los artistas, entre ellos el mexicano Gael García Bernal, volvieron a llevar el peso sobre políticos y sindicalistas. Pero el contenido político era evidente: Gurruchaga, en la despedida, mientras el público cantaba Imagine, de John Lennon, proclamó: "Amamos al pueblo de América, pero no a Bush, ni a Aznar. Hay unas elecciones dentro de un mes y medio. Vamos a echarlos democráticamente".
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