El Málaga saca fruto a una sola jugada
Sólo el empeño de dos equipos menores convirtió una tarde ideal para la práctica del fútbol en una función de vodevil, una mentirijilla cara a la galería, un espectáculo de equívocos e inoperancia que colmó la paciencia del respetable. Osasuna dispuso su habitual entrega generosa, un control casi absoluto del balón y una defensa aparentemente impenetrable para un equipo como el Málaga, que viajaba a Pamplona sin sus dos referente ofensivos, Darío Silva y Dely Valdés. Pero, como en las malas comedias, las apariencias nunca son lo que parecen e irremediablemente llevan a engaños. Por eso la presunta víctima se convirtió en verdugo con sólo un zarpazo. Por eso la paciencia de los osasunistas comienza a colmarse, hartos de ver como su equipo es superior a sus rivales, pero acaba perdiendo partidos encarrilados.
OSASUNA 0 - MÁLAGA 1
Osasuna: Sanzol; Yanguas (Valdo, m. 61), Cruchaga, Mateo, Josetxo; Pablo García, Alfredo (Morales, m. 75); Rivero, Iván Rosado, Manfredini; y Aloisi (Brit, m. 63).
Málaga: Contreras; Josemi, Fernando Sanz, Roteta, Valcarce; Manu Sánchez, Romero, Gerardo (Leko, m. 80), Musampa (Iznata, m. 90); Sandro (Miguel Ángel, m. 67); y Canabal.
Gol: 0-1. M. 59. Romero aprovecha un balón suelto en el borde del área y cruza a media altura.
Árbitro: Téllez Sánchez. Amonestó a Pablo García, Morales, Miguel Ángel y Contreras.
Unos 18.000 espectadores en El Sadar.
El partido fue tan abierto como lo permitieron los navarros. Maniatados, los malacitanos confiaron en Musampa para romper la defensa rojilla, pero el hábil interior no lo es tanto cara a puerta. Además, el punta, Canabal, estuvo perdido y solo, por lo que la tarea de la zaga osasunista se facilitó bastante.
Con tanta seguridad en la retaguardia, los de Aguirre apuntalaron su sistema y comenzaron una salmodia de pases, cambios de juego, apoyos y requiebros que difuminaban la realidad: Osasuna no tiene ataque. Es un equipo romo, horizontal y triste que quiere, pero no puede. Sólo contra los grandes es capaz de vencer. El resto de los partidos son puro trámite hasta el siguiente reto, un mortal sin red y, ale hop, otra victoria imposible que alegra a la afición y le hace olvidar el resto de los encuentros.
Pero el Málaga no es así. Puede que sea peor conjunto que los navarros -ayer lo demostró-, pero encontró un balón suelto en el borde del área, una imprecisión, y logró su tanto. El gol de Romero fue como un cometa en un cielo sin estrellas. El único detalle de maestría en 90 minutos servía para conseguir tres puntos vitales.
La reacción llegó demasiado tarde. Iván Rosado trató de enmendar la plana en el descuento, pero, cuando el esférico iba a traspasar la línea de gol, Contreras se sacó una parada maestra que desbarató las últimas esperanzas de Osasuna. Otra vez el maldito gol. Y es que en el fútbol no se ganan los partidos a los puntos.
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