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Crónica:NUESTRA ÉPOCA
Crónica
Texto informativo con interpretación

Una Palestina libre

Timothy Garton Ash

Palestina libre", dicen las pancartas de algunos manifestantes en las protestas contra la guerra. Pues tal vez se encuentren con una sorpresa: es posible que del caos sangriento de la guerra acabe saliendo una Palestina libre.

Me explicaré, y, para ello, voy a utilizar este fragmento de la Oxford history of the contemporary world, en su edición de 2020: "Curiosamente, ahora se puede decir que la guerra de Irak fue el momento decisivo en el camino hacia un Estado palestino independiente. Como es lógico, las fuerzas estadounidenses, con su abrumadora superioridad tecnológica, derrotaron militarmente a Sadam Husein, pero, como dijo lamentándose un general norteamericano, el enemigo era 'ligeramente distinto al que habíamos combatido en los juegos de guerra'. Como consecuencia, la campaña militar produjo víctimas civiles y daños en lugares sagrados del islam que exacerbaron el resentimiento en todo el mundo árabe. Un joven egipcio declaró con sarcasmo a su entrevistador, de una televisión occidental: 'Muchas gracias, británicos y americanos: nos estáis despertando...".

Es posible que del caos sangriento de la guerra acabe saliendo una Palestina libre, para sorpresa de los que enarbolan pancartas en ese sentido
Al comenzar esta guerra, Bush y Blair han lanzado al aire grandes trozos del rompecabezas de la política mundial, y tienen poca idea de dónde van a caer
Si Europa tiene algo de sentido común, tiene que empezar a elaborar ya sus propias ideas para la reconstrucción democrática de Oriente Próximo

"Las tropas británicas empezaron pronto a hacer comparaciones con sus luchas callejeras contra los grupos paramilitares de Irlanda del Norte. Fue una visión profética. Porque la ocupación posterior de Irak fue como la de Irlanda del Norte, salvo que peor. La gran mayoría de los iraquíes se alegraron de haberse deshecho de Sadam Husein, pero no por ello recibieron de buen grado la Administración colonial impuesta por Washington, encabezada por un general retirado y de la que formaba parte un ministro de Hacienda que había sido director de la CIA. Las fuerzas británicas se enorgullecían de ser más sutiles que los estadounidenses a la hora de ganarse a una población agitada, pero menospreciaron el grado de resentimiento histórico dirigido específicamente contra Gran Bretaña, la antigua potencia colonial tanto en Irak como en Palestina".

"Un número relativamente pequeño de paramilitares iraquíes y terroristas suicidas obligó a las fuerzas de ocupación angloamericanas a emplear tácticas que, transmitidas a todo el mundo árabe a través de la cadena de televisión Al Yazira, recordaban a todos sus habitantes el comportamiento de los soldados israelíes en la franja de Gaza y Cisjordania. Tampoco ayudó el hecho de que el virrey estadounidense en Irak, el general Jay Garner, concediera una amplia autonomía a los kurdos del norte del país, que habían sido valiosos aliados de Estados Unidos en el frente septentrional de la campaña militar contra Sadam y fueron el único grupo en Irak que se mantuvo inequívocamente proamericano durante la ocupación".

"Los detractores de la guerra habían predicho que engendraría -en las lúgubres palabras del presidente egipcio Hosni Mubarak- cien nuevos Osama Bin Laden. Dichas predicciones no se cumplieron del todo. No obstante, tras la guerra, hubo nuevos atentados terroristas islámicos, sobre todo en Europa, cuya gran población musulmana ofrecía un refugio excelente a Al Qaeda y otros grupos. La explosión de noviembre de 2003 en un centro comercial del centro de Londres, que mató a 37 personas, fue uno de los incidentes más horribles. También fue creciendo el descontento entre los musulmanes estadounidenses".

"A medida que aumentaban los costes humanos, políticos y económicos de la ocupación de Irak y la economía estadounidense se sumía en una recesión cada vez más profunda, en Estados Unidos se extendieron las críticas al Gobierno de Bush. Los republicanos moderados coincidían con los demócratas, en privado, en que la Administración había llevado al país a un laberinto sin salida en Oriente Próximo, y, al mismo tiempo, había perdido el apoyo de muchos amigos del país en todo el mundo. Sobre todo en Europa. Incluso Gran Bretaña, el más firme aliado de Estados Unidos, estaba indignada por la falta de avances serios en el mapa de carreteras para resolver el conflicto palestino-israelí".

Cambio de rumbo

"Después de que George W. Bush perdiera por escasa diferencia las elecciones de noviembre de 2004 (irónicamente, después del recuento en Florida), el nuevo Gobierno se apresuró a cambiar de rumbo. En un intento de reparar las relaciones con el mundo árabe y los europeos, retiró a sus tropas de Irak, entregó el control del país a iraquíes y kurdos y empezó a ejercer verdaderas presiones sobre el Gobierno israelí de Sharon para que volviera a sentarse en la mesa de negociaciones con los palestinos. Al esfuerzo del presidente Smith contribuyeron enormemente la muerte de Yasir Arafat y la llegada de una dirección palestina más razonable. La Unión Europea, que había presionado para que se llevaran a cabo las negociaciones, también ayudó mediante el empleo de su influencia económica sobre los palestinos".

"Como consecuencia, en 2005 se alcanzó, por fin, un acuerdo que daba a los palestinos un Estado posible, de fronteras ligeramente más generosas que las que había ofrecido el presidente Clinton en el año 2000. La franja de Gaza quedó conectada con Cisjordania, como ya había propuesto Clinton, a través de una autopista y una vía de ferrocarril de aires futuristas, sufragadas por los europeos y denominadas, en broma, el Eurostar. Al pacto se resistieron con violencia los combatientes de Hamás, en el lado palestino, y los colonos, en el bando israelí. Hubo algunos incidentes espantosamente violentos que desembocaron en la huida a Israel de los colonos que se encontraban en las zonas asignadas a Palestina. Se erigió una verja permanente entre los dos Estados; en algunas zonas de Jerusalén, se parecía al muro de Berlín. Se trataba de un proceso sangriento, injusto y arbitrario, pero, igual que en la antigua Yugoslavia, la separación física acabó por ser un mal menor. Con el tiempo, y con una gran ayuda de la comunidad internacional, ambos lados empezaron a cooperar, cosa que les era necesaria para su supervivencia económica".

"Desde su escondite, Osama Bin Laden (o alguien que afirmaba ser Osama Bin Laden) se vanaglorió: 'La heroica yihad que comenzó el 11 de septiembre de 2001 ha triunfado con el establecimiento de un Estado independiente para nuestros hermanos de Palestina y la retirada de las fuerzas infieles de Irak'. A primera vista, parecía una derrota aplastante de todo el grupo de estrategas políticos estadounidenses, personificados especialmente en el vicesecretario de Defensa Paul Wolfowitz, que había afirmado que la invasión de Irak era el comienzo de una reordenación democrática de todo Oriente Próximo. Nadie criticó con tanta energía al presidente Smith como el ex secretario de Defensa, Donald Rumsfeld. 'Neville Chamberlain' fue el calificativo más amable que le atribuyó".

"Sin embargo, la historia siempre guarda más sorpresas en la manga. Después de un periodo inicial de triunfalismo panárabe, una nueva generación de dirigentes y votantes árabes comprendió que había llegado su turno. Podían permanecer en una situación de retraso histórico o empezar a incorporarse al mundo moderno que de forma tan seductora les llamaba desde el otro lado de la frontera con Turquía, ahora en la Unión Europea. A pesar de que había existido una feroz resistencia contra la ocupación angloamericana, los intentos de ganarse al pueblo -las emisiones de Radio Oriente Próximo Libre, las becas Fulbright para que jóvenes árabes fueran a estudiar a Occidente, las importaciones de películas, música y revistas occidentales- habían penetrado en la piel. Ahora que los palestinos vivían en un Estado viable, los países árabes decidieron aceptar la presencia permanente del Estado de Israel. Una década después, eran los propios árabes los que empezaban a reordenar Oriente Próximo y convertirlo en un mosaico de democracias de consumo. Al final, la visión de Wolfowitz se hizo realidad, pero mediante una vía que no preveía ni deseaba".

El hecho de que este texto pueda servir como una historia optimista del futuro da idea del caos en el que nos encontramos. Desde luego, nunca se puede saber lo que pasará hasta que no llegue el momento, pero hay dos hechos claros. Primero, una de las poquísimas leyes universales de la historia es la ley de las consecuencias imprevistas. Al comenzar esta guerra, Bush y Blair han lanzado al aire grandes trozos del rompecabezas de la política mundial, y tienen tan poca idea como nosotros de dónde van a caer. Segundo, si Europa tiene algo de sentido común (cosa que permiten dudar los recientes acontecimientos), tiene que empezar a elaborar ya sus propias ideas para la reconstrucción democrática de Oriente Próximo, con el fin de prepararse para 2005.

Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia

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