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Columna
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"La otra"

Ya somos raritos nosotros, los valencianos, principalmente en el asunto éste de la lengua. Aunque no la del uso social, que se está librando aún, (y con pocas esperanzas a este paso), sí creímos que la batalla de la enseñanza (que no resultó precisamente incruenta) ya estaba resuelta. Pero en su viaje de vuelta el péndulo nos ha estampado en los morros la regresiva realidad.

Les Trobades cumplen hoy 18 primaveras y vuelven a movilizar a 150.000 personas en 17 comarcas a base de oponer voluntarismo contra penuria, en un ambiente más que enrarecido. Curioso: ante el desprecio oficial, tendrá que ser una Visa de la Caixa Popular la que recaude fondos para la promoción de esa lengua que tanto aman quienes le niegan el pan y la sal.

Aquí el gobierno no considera interesante "el requisito", y examina en castellano a los traductores de valenciano. Tampoco rechista cuando la Ley de Doña Calidad reduce las clases de lengua propia a un ratito a la semana.

Cierto comentarista manifestaba en Barcelona su preocupación porque la integración lingüística de los extranjeros no se hacía en catalán en algunos barrios. En Valencia o Alicante es que ni se plantea, y ya vale con algunos cursillos de castellano porque es cierto que "la otra" no les hace puñetera falta: cómo vamos a convencer a nadie para que aprenda lo que nosotros no queremos.

Hay comarcas donde el valenciano es factor de cohesión social y modelo de integración. Para adultos se han puesto en marcha eficaces planes de acogida lingüística. Los niños inmigrantes son así escolarizados, desde hace 20 años y con éxito, en La Marina, La Safor, La Ribera, Vall d'Albaida... pero la autoridad gubernativa ha prohibido a los colegios de Gandia que orienten hacia "la línea" a los más pequeños porque el PP local, que sabe más que pedagogos y comunidad educativa, dice que es "racismo" que un niño marroquí estudie en valenciano.

Y aún se quejan en el Principado.

PD: En bilingüe te lo repito, para que me entiendas: No a la guerra.

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