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Columna
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Inevitable

Irak necesita ayuda humanitaria y lo menos que podemos hacer es colaborar a que la tengan, sin, por supuesto, dejar de exigir que paren esa guerra. En Andalucía coinciden las exigencias de paz de los ciudadanos con las de la Junta y por eso el Gobierno andaluz, la federación Andaluza de Municipios y provincias y la coordinadora de ONG han acordado ayudar a Irak con dinero puntual, además del compromiso político de que el 0,05% de los Presupuestos de la Junta se destinen a ayuda humanitaria a Irak. Quienes gustan de elaborar argumentos tapón, para no hablar del presente, denuncian que la Junta de Andalucía actúa ahora con resortes bien distintos a los que la movieron en la Guerra del Golfo de 1991. Es cierto. Como, a propósito, también lo es que, en contra del gobierno del momento, tuvo oposición de muchos ciudadanos aquella guerra y, más tarde, la intervención en Kosovo. Pero esta vez el vaso está colmado y la protesta es masiva porque se ha invadido un país de manera preventiva -desvergonzado despropósito- para ocuparlo, adueñarse de él y decidir su destino bajo bota americana. Una vez que la primera parte de la infamia concluya.

Dicen algunos que mientras nos acercamos a una elecciones locales, cuya campaña tiene que estar dedicada a hablar de las carencias de nuestras ciudades y pueblos, algunos quieren quitar a los ciudadanos el derecho al debate de lo que les afecta más directamente y no sé si es o no es así, pero sí sé que no debe ser. La campaña de las elecciones que vienen tiene que servir para hablar de nuestras cosas más cercanas, las políticas que se han llevado a cabo y las nuevas que se proponen. Sólo que, si el horror sigue, si Aznar no escucha, ni hace un gesto por la paz, si no reconsidera y se desmarca de su compromiso actual, nada ni nadie va a poder evitar que los muertos sean una presencia vivísima, una crueldad eternamente injusta que sobrevuele cualquier acto político sobre lo cotidiano. Es uno de los riesgos que está corriendo el PP, un partido en el que mucha gente trabaja honestamente por los ciudadanos y vive acongojada y avergonzada, además de temerosa por las consecuencias electorales de la personalísima y autista decisión de Aznar de meternos en esta guerra insoportable.

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