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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Descontrol militar

Más de medio centenar de ciudadanos iraquíes desarmados han muerto en las últimas 48 horas en un control de carretera norteamericano y en dos bombardeos, uno de ellos mediante un misil lanzado desde un helicóptero. Esos errores siniestros, que siguen alargando la lista de víctimas civiles provocadas por el bombardeo de dos mercados de Bagdad, ayudan a comprender por qué es muy posible que la segura victoria militar de la coalición anglo-americana sea compatible con una desastrosa derrota política. Tal como se ha planteado y se está desarrollando esta guerra, a nadie debería extrañar que los soldados enviados a liberar al pueblo iraquí de la dictadura de Sadam sean tratados como invasores.

Según testimonio de un periodista norteamericano, los soldados que el lunes mataron a una decena de mujeres y niños en un control no llegaron a dar el alto y a efectuar a tiempo los disparos de advertencia. Esa versión no coincide con la adelantada por el mando castrense, que da una cifra menor de víctimas y sostiene que los soldados actuaron correctamente. Aunque se trate de hechos ocurridos en el marco de una situación de guerra, es necesario que una investigación establezca las responsabilidades, precisamente porque Estados Unidos no es una dictadura como la de Sadam.

Otro civil desarmado fue abatido ayer en un incidente similar. Ello ocurre tras el atentado suicida con coche bomba del sábado pasado, en el que perdieron la vida cuatro soldados estadounidenses. Partiendo de ese antecedente que ha llenado de nerviosismo a los militares norteamericanos, algunos de sus mandos parecen inclinados a justificar lo sucedido o lo que pueda suceder en el futuro, acusando a las víctimas reales o potenciales de ir vestidas de civil o de practicar métodos irregulares de combate.

¿Qué esperaban? Desde la invasión napoleónica en España, la historia está llena de ejemplos que demuestran que en caso de invasión exterior la parte más débil resiste como puede, y que desde luego no es disparando contra gente desarmada como el ejército invasor conseguirá que la población se rebele contra la tiranía interior. La idea de una guerra corta y fácil, favorecida por las deserciones en masa de las tropas iraquíes tras los primeros ataques y el desmoronamiento del régimen, se ha revelado falaz. Y el desarrollo de los acontecimientos está dando la razón a quienes auguraron que la victoria militar desencadenaría una tempestad de odio muy difícil de disolver. Bagdad ya ha anunciado que miles de voluntarios suicidas esperan su turno para inmolarse contra sus liberadores.

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