El general que administrará Irak tras la guerra preside una firma de armas
Jay Garner, que espera en Kuwait el final del conflicto, es amigo de Donald Rumsfeld
La Administración civil del Irak posbélico estará controlada por el teniente general retirado Jay Garner, que es a la vez presidente en excedencia de SY Coleman, una compañía de alta tecnología especializada en sistemas de control de misiles estrechamente vinculada con el Pentágono. Garner, hoy un civil, es un hombre de confianza del jefe del Pentágono, Donald Rumsfeld. Defensor de Israel, país al que SY ha proporcionado asesoramiento en la fabricación de misiles, Garner suscribió en 2000 un manifiesto que aprobaba la política manifestada por el Gobierno de Jerusalén en el tratamiento de la Intifada.
Garner, de 64 años, espera en Kuwait la hora de volar a Bagdad para ponerse al frente de la Oficina para la Reconstrucción y la Asistencia Humanitaria (ORHA). Salvar a 23 millones de iraquíes de los desastres de la guerra es el mayor desafío de su carrera. La misión se la encargó su amigo Rumsfeld tras el éxito de la Operación Proporcionar Bienestar, que Garner dirigió en 1991 para aliviar el éxodo de los refugiados kurdos, de acuerdo con su tesis de que el Ejército debería ser un instrumento para definir futuras operaciones humanitarias.
Garner colgó el uniforme en el año 1997 y pasó a presidir SY Technology, una firma fabricante de sistemas de comunicación y dirección de misiles, adquirida y convertida el año pasado en una filial de L-3 Communications, un proveedor regular de equipamiento electrónico del Pentágono, que la fundió con su filial Coleman Research.
A su vuelta del Golfo, Garner estuvo entre 1994 y 1996 al frente del mando de la defensa estratégica y del espacio y contribuyó a elaborar la teoría de la defensa de la llamada guerra de las galaxias, patrocinada por Rumsfeld y asumida por George W. Bush. Garner ha tenido siempre gran interés en las tecnologías de misiles, y antes de ser destinado a operaciones humanitarias con los kurdos intervino en el despliegue de la primera generación de misiles Patriot dirigidos a defender a Israel y Arabia Saudí de los Scud iraquíes, cuya efectividad defendió en el Congreso antes de que trascendiera que fue prácticamente nula.
Garner seguía relacionado, ahora como civil, con la comercialización de los nuevos Patriot, y su compañía ofreció asesoramiento en la fabricación de los misiles Arrow desarrollados por Israel como alternativa propia a los Patriot de Estados Unidos.
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