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Reportaje:

Populares perdidos en combate

Camps sigue la campaña prevista mientras el PP sopesa las ventajas de radicalizar el debate con el PSPV si la guerra prosigue

Asegura Sun Tzu en El arte de la guerra que "Nada es más difícil que el arte de la maniobra. Lo difícil en materia de maniobras es hacer que la ruta tortuosa sea la más directa y que el infortunio se convierta en ventaja". La cita, escrita en el siglo IV antes de Cristo, se ha revelado más vigente que nunca para los populares valencianos esta misma semana. Desorientados e indecisos sobre la estrategia politica a seguir para mantener sus holgadas mayorías electorales, el PP valenciano ha dejado pasar los días a la espera de que fuese verdad la promesa del presidente americano George W. Bush de que la guerra en Irak sería corta y limpia.

Las luces de alarma se encendieron en el PP tras las grandes manifestaciones registradas el pasado 15 de febrero. Los resultados de la primera encuesta encargada por los populares en la Comunidad Valenciana tras las movilizaciones ciudadanas les daban, por primera vez, una proyección de escaños que los colocaba en el filo de la navaja. Es decir, mantenían la mayoría absoluta por un pelo. La volatilidad de la concentración auspiciada por el PP desde las instituciones bajo el lema Agua para todos celebrada el 2 de marzo -de la que conocen hasta qué punto se hinchó la cifra de asistentes reales y qué perfil tenían- y el inicio de los abucheos y los coros de No a la guerra en plenas fiestas falleras desató el nerviosismo en los cargos públicos populares, que quedaron paralizados por una situación sin precedentes en sus dos legislaturas al frente de la Generalitat.

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La primera medida adoptada por los cargos del PP tras el inicio del ataque a Irak el pasado día 20 de marzo, especialmente por parte de los dirigentes más importantes, fue reducir los actos abiertos al público y sustituirlos por reuniones con la militancia y presentaciones de candidatos locales. Sin embargo, el calendario les ha jugado una mala pasada a los populares, que se han visto obligados a realizar las últimas inauguraciones en estos días, ya que una vez publicada la convocatoria de elecciones municipales y autonómicas el próximo 1 de abril esta clase de actos no se pueden realizar de acuerdo con la normativa electoral.

El candidato del PP a la presidencia de la Generalitat, Francisco Camps, ha aprovechado que carece en estos momentos de cargo institucional para seleccionar los actos de gobierno a los que acude y, por tanto, evitar que su imagen quede empañada por las protestas ciudadanas contra la guerra.

Sin embargo, ante una guerra que se prometió corta y limpia y que se está convirtiendo en larga y sucia -las matanzas registradas en los mercados de Bagdad son buen ejemplo-, el Comité Electoral del PP decidió el pasado viernes seguir adelante con la campaña diseñada y estudiar las posibles estrategias que les permitan recuperar terreno electoral, fundamentalmente sobre los socialistas.

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Así, Francisco Camps reanudará en los próximos días los actos de carácter sectorial y recuperará el ritmo alegre de promesas electorales que mantuvo hasta los días previos a la guerra. En este esquema se mantiene en la agenda política del PP el debate sobre el Plan Hidrológico Nacional, que es el caballo de batalla para demostrar la falta de solidez y disparidad de discursos de los socialistas, especialmente del líder y candidato del PSPV, Joan Ignasi Pla.

Igualmente se pretende blindar la imagen de cohesión interna del PP. "La guerra es un error que hay que asumir, ahora no hay vuelta atrás", asegura un destacado miembro de los populares valencianos. En este contexto, y pese al nerviosismo reinante en muchas bancadas populares, la confección definitiva de las listas electorales se retrasará, previsiblemente, hasta las puertas de la Semana Santa.

Los dirigentes del PP reconocen, sin embargo, que buena parte de sus expectativas electorales dependen del curso de la guerra en Irak, aunque se muestran optimistas sobre el papel que sus candidatos locales pueden tener para frenar el desgaste ante la opinión pública. "En los pueblos el ambiente de la militancia es mejor que el que se respira en los cuadros del partido", reconoce una persona de la confianza de Camps, segura de que la imagen de su candidato sigue siendo mucho mejor que la de Pla.

En esta situación, el PP de la Comunidad Valenciana ha abierto dos nuevas líneas de estrategia política, inicialmente complementarias y cuyo desarrollo dependerá de los acontecimientos. Por un lado, han decidido humanizar el partido y a sus principales cargos abriendo algún tímido espacio de diálogo en los ayuntamientos y propugnando programas de cooperación [por ahora sólo institucionales] de ayuda a la reconstrucción de Irak. Por otro, el PP ha lanzado una campaña para radicalizar la imagen del PSOE e intentar alejarlo del electorado de centro. En esta idea se enmarcan las acusaciones realizadas en los últimos días de que concejales socialistas han participado en los ataques a las sedes del PP y en el boicot de actos institucionales. Si eso falla, hay quien no descarta retomar el discurso de la corrupción en el PSOE, que tan buen resultado ofreció al PP en las autonómicas de 1995 y las generales de 1996.

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