_
_
_
_
Reportaje:

La realidad de la mujer trabajadora

Sólo una alumna de las 30 que participaron en un curso para manejar excavadoras firma un contrato laboral

Ahí afuera, la realidad es más dura de lo que la pintan.

En octubre, se organizó un curso atípico, exclusivo para mujeres y donde se enseñaba a manejar excavadoras. Se desbordaron las previsiones y la sociedad pública Arabako Lanak, dependiente de la Diputación alavesa, recibió el triple de solicitudes que las 30 plazas ofertadas. Hubo que sortearlas. El asunto despertó el interés de los medios de comunicación, que fueron desfilando por el campo de prácticas y fotografiaron una estampa inusual de una mujer manejando los mandos de una enorme pala y desaparecieron. Ellas, las 30 protagonistas, permanecieron. Incluso dieron un segundo curso de perfeccionamiento, en febrero, para llegar mejor preparadas a la vida laboral. Allí, se animaban entre sí, alentadas por las estadísticas que decían, y siguen diciendo, que se necesitan palistas. Y ellas se repetían: "Si de verdad te lo propones, llegarás a trabajar en esto".

Es verdad que las empresas de la construcción piden personal a diario. La realidad, sin embargo, es más dura de lo que la pintan, y nadie mejor que ellas lo sabe. Ánimo no les falta. Trabajo, sí. De las 30, sólo una, Arantxa Ortiz, ha tenido salida laboral. "He llamado a todas las ofertas que veía en el periódico, pero todos quieren palistas con dos o tres años de experiencia".

Ése es el primer problema con el que se encuentran, la falta de horas de pala. El curso les ha dado, a lo sumo, cuatro meses de experiencia. Sin ser demasiado, sirve para ganarse un contrato de aprendizaje en cualquier trabajo que requiera el movimiento de tierras.

Pero la condición femenina también es motivo de obstrucción. No han caído todavía los tabúes en el sector: "Llamé a una empresa de Bilbao y a otra de Miranda", explica Arantxa Ortiz, de 38 años y en el paro hasta ahora. "Yo estaba dispuesta a trabajar donde fuera; no me importaba coger el coche todos los días hasta allí y pagarme el transporte. En la de Bilbao me cogió el teléfono una secretaria y le dio la risa cuando le dije que quería el trabajo de palista para mí, para una mujer".

Llamó a todas y cada una de las ofertas que encontró. En todas consiguió el mismo resultado. Y, un mes después de acabar el curso, sus compañeras no han obtenido mejor suerte. La propia Arantxa Ortiz recuerda una respuesta que recibió del responsable de una empresa: "Si meto a una chica no me trabajan los peones". Y otros argumentos más: "Yo les digo que me den una oportunidad y ellos responden que siempre les pasa lo mismo. Que cuando aprendes a dominar totalmente la máquina, se les va la gente".

Arantxa ha trabajado antes como profesora de equitación, pero ahora que tiene una hija pequeña y prefiere tener más tiempo libre y no trabajar los fines de semana. "La hostelería y la limpieza siempre los tendré ahí", alega. Pero, ¿por qué ella sí y las otras no? La respuesta es sencilla. Por amistad. "Lo he conseguido porque conozco a una persona que tiene relación con Excavaciones Mendiola. Y allí me han aceptado". No sabe cuánto cobrará. Entiende que al principio, con un contrato de prácticas, no puede aspirar a demasiado. Pero no le importa. "Después del primer curso no tanto, pero ahora, con más horas de práctica, sí me siento capacitada".

En las clases, tanto ella como sus compañeras, y un segundo lote que terminará el curso en Semana Santa, aprenden a manejar tanto la retroexcavadora (gira 360 grados y tiene un cazo grande) como la mixta (con una pala en la parte delantera y cazo en la trasera). Arabako Lanak ha recogido todos sus currículos y los ha enviado a las empresas del sector, pero la respuesta ha sido mínima. "Creo que todas las que tengan interés podrán trabajar", asegura Guadalupe Martín, la directora-gerente de la sociedad foral. Ellas, en cambio, empiezan a dudarlo. "Lo vamos a tener más difícil de lo que pensábamos", asegura la única agraciada. "Las demás también tienen unas ganas terribles de trabajar, pero a cualquiera le dices que tienes cuatro meses de experiencia y se echa atrás". Y si la oferta procede de una voz femenina, más aún.

El departamento municipal de Empleo de Vitoria también organiza unos cursos similares, aunque sus clientes han sido exclusivamente hombres. Después de tres meses de lograr el diploma, los resultados son elocuentes: de 19 alumnos, 17 consiguieron empleo y todos excepto dos trabajan encima de una excavadora.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_