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Columna
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Abucheos

Que ya vale, que no los abucheen, dice un tal González Pons, senador del PP. Que la gente deje de sabotear los actos públicos de su partido y de tirarle huevos a los cristales de sus sedes, le exige al PSOE, insinuando una vez más, como hace a menudo su lidercito, que los ciudadanos somos imbéciles sin criterio, tontos manipulados que no expresan su opinión cuando se manifiestan contra la guerra, sino que se limitan a repetir consignas, a chillar por las calles lo que les hacen aprender, como un loro de mil cabezas. Eso cuando no nos comparan, ya lo han hecho varias veces en los últimos días, con la kale borroka o el cojo Manteca. Hay que ver.

Sin embargo, la gente, que quizá haya aprendido el arte del abucheo viendo a los diputados del PP cacarear en el Congreso cada vez que habla la oposición, sigue abucheando y abucheando, a la ministra de Cultura junto a la ermita de San Antonio de la Florida, al compañero Alberto Ruiz-Gallardón junto a una depuradora de Villaviciosa de Odón, al alcalde Álvarez del Manzano en Aravaca, a Ana Botella, a Rajoy, a Piqué... Claro, y luego viene el gran Arenas, menos mal, a hacer el análisis político de la cuestión, el análisis político de la cuestión: el PSOE quiere conquistar el poder amparándose en la calle, amparándose en la calle, lo cual recuerda casi a lo que dijo hace no mucho un tertuliano en una radio en la que acusó al PSOE de "estar politizando las elecciones". Arenas, campeón, tal y como tú lo dices, la calle parece algo muy feo, un nido de terroristas urbanos y rojos subversivos. Y también has dicho que con tantas manifestaciones, el PSOE activa un proceso peligroso, un proceso peligroso. ¿Peligroso para quién? ¿Para los madrileños, por ejemplo, a los que masacra a golpes vuestra policía, en la mayoría de los casos, de forma innecesaria? Esa policía que actúa, según el ministro Acebes, de forma irreprochable y proporcionada. A ver si lo entiendo, ¿es irresponsable y no sé si antipatriótico gritar no a la guerra o tirar un huevo a un edificio y es proporcionado partirle la cabeza, como hizo un vergonzoso antidisturbios en Madrid, a una chica indefensa? ¿Es democrático igualar a los millones de manifestantes que expresan su desacuerdo con la canallada de Irak de forma pacífica con los diez o doce tarados que van a todas las concentraciones, sean las que sean, a romper escaparates e incendiar cubos de basura?

La gente mezcla las cosas, debieron de pensar el otro día Del Castillo y Gallardón, mientras huían de nuevo por las calles de Madrid hacia sus despachos. ¿Qué tienen que ver Goya, la ermita de San Antonio de la Florida y una depuradora de Villaviciosa de Odón con la guerra de Irak? Déjenme que yo mismo les conteste: tiene que ver que ustedes la apoyan y así, de algún modo, justifican públicamente los crímenes que allí se están cometiendo, eso es lo que quieren decir los manifestantes cuando les llaman asesinos, no que ustedes hayan matado a nadie, sino que son aliados de quienes lo están haciendo. "Eso sí que no lo tolero, que me llamen asesino", dijo el otro día Ruiz-Gallardón en la Universidad Complutense, y yo comprendo que una persona como él se indigne por ese insulto, pero no comprendo que aún no haya dicho una sola palabra clara contra esta guerra.

"No es bueno perder horas lectivas y tener menos oportunidades de leer y conocer", les dijo la ministra a los estudiantes madrileños que la abucheaban. Pero, mire, la verdad es que conocer y saber se está haciendo bastante difícil con el PP, porque miente el lidercito al repetir como un papagayo las mentiras de Jorge Arbusto-George Bush; miente Rajoy al pedirle a la prensa una "veracidad" que no parece muy acorde con la censura que han impuesto sus señoritos norteamericanos a la guerra, impidiendo que se emitan las imágenes de los prisioneros invasores o se informe sobre las bajas de su ejército y expulsando a la cadena Al Yazira de la Bolsa de Nueva York o hasta pidiendo, como ha hecho la Fox, que se bombardeen sus instalaciones; miente Trillo al atardecer y con viento racheado, cuando habla de los bombarderos que atraviesan España camino de la masacre. Y etcétera.

¿Que no les abucheen? Les vamos a seguir abucheando, pacíficamente pero a pleno pulmón, mientras su policía nos pega de modo proporcionado y liberal. A la gente no se la calla con gases lacrimógenos, sino con argumentos. Ustedes nos llamarán kale borroka y cojos Manteca, pero yo hacía años que no estaba tan orgulloso de mi bella ciudad. Madrid, capital de la gloria, que diría Rafael Alberti.

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