El Gobierno de Estados Unidos recibe 12.500 inventos contra el terrorismo

El tío Sam pidió ayuda y los ciudadanos se pusieron manos a la obra.

El 25 de octubre de 2001, el Departamento de Defensa de Estados Unidos reclamó la colaboración de los norteamericanos en busca de ideas para combatir el terrorismo. Había pasado algo más de un mes desde los atentados del 11 de septiembre. La seguridad entonces y hoy sigue siendo un factor clave.

El mensaje era claro: cualquier esfuerzo es bienvenido para combatir el terrorismo. En menos de dos meses, el Pentágono recibió 12.500 inventos, máquinas o sistemas de alta tecnología de posible uso contra el terror procedentes de la industria, la Universidad, el mundo empresarial y los laboratorios nacionales.

El Grupo de Trabajo de Apoyo Técnico (TSWG), que recibe de media unas 900 propuestas al año, ha sido el encargado de revisar las miles de ideas enviadas a las oficinas del Departamento de Defensa del Gobierno de Estados Unidos. Un equipo de más de 300 personas analizó los proyectos que, en su mayoría, se enviaron por correo electrónico.

"Algunos han llegado, literamente, de chicos trabajando en sus garajes", afirmó John K. Reingruber, miembro del Pentágono. La única condición impuesta a los inventores era que los proyectos pudieran desarrollarse en un periodo máximo de entre 12 y 18 meses.

60 millones en ayudas

Un total de 600 ideas pasaron la primera selección. 60 ya han recibido una subvención global de cerca de 60 millones de dólares.

Las propuestas han resultado de lo más variado: desde un robot que escala montañas o sube escaleras en busca de bombas, hasta una crema de protección contra el ántrax cuyos efectos duran seis horas. Otra tecnología propuesta por una firma de seguridad consiste en un detector de armas no metálicas, como explosivos plásticos, para cachear a los pasajeros aéreos.

Entre los proyectos que ya han recibido luz verde del Pentágono se cuentan un medidor de radiactividad del tamaño de una tarjeta de crédito, una tecnología de detección de hombres bomba preparados para cometer atentados suicidas y un sistema para analizar los efectos de un supuesto ataque biológico en una zona urbana.

La "camiseta que piensa" es otro de los proyectos subvencionados. La compañía neoyorquina Sensatex propuso su SmartShirt, una camiseta inteligente que, gracias a la fibra óptica, un sensor y un procesador, controla todos los movimientos del cuerpo, desde el latido del corazón hasta las calorías quemadas.

"Si envías a alguien a una zona hostil como, por ejemplo, un soldado al campo de batalla o un bombero a un incidente biológico, puedes controlar su respiración, los latidos de su corazón o incluso el nivel de oxígeno de su sangre", explicó al diario Financial Times Jeff David, director del Grupo de Trabajo de Apoyo Técnico. La camiseta inteligente se venderá el año que viene.

El dentista Barry Mersky es uno de los inventores que se estrujó el cerebro. Pensó que el tiempo en que los agentes secretos hablaban a su chaleco era historia. Mersky ha diseñado una dentadura que incorpora un teléfono.

La dentadura inteligente del doctor Mersky fue presentada en julio pasado en la Homeland Security Expo, celebrada en Washington. Más de 50 pequeñas empresas presentaron sus soluciones tecnológicas para ayudar al Gobierno de Estados Unidos a defender la patria.

"Existe un enorme mercado ahí fuera para los artilugios de seguridad que ha explotado en los últimos meses", aseguró Lee Hamilton, del Comité de Inteligencia del Senado.