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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Las manifestaciones en Madrid, 3

Mamá, soy un vándalo. Lo siento, mami, tenía que decírtelo. ¿Viste las imágenes por la tele? Hablo de las imágenes de la manifestación. Yo era uno de ellos; de los vándalos, digo. Así, al menos, nos han llamado todos los medios. Vándalos. Así nos ha llamado el ministro del Interior. Así nos ha llamado el delegado del Gobierno. Y como la única verdad es la de ellos, pues será verdad: mamá, soy un vándalo.

No soy ese chico honrado de 24 años que salió del pueblo, con sus matrículas de honor debajo del brazo, su mesura y su supuesta inteligencia, porque quería cumplir un sueño, difuso, de ser periodista deportivo. Menuda chorrada, mamá. No soy ése. Trabajo en Madrid, sí, pero soy un vándalo.

Jamás vi manifestación más tranquila. Lo fue hasta que llegamos al cruce de Alcalá con Montera. Tú no conoces Madrid, mamá, pero Montera es la calle de las putas. Y lo es porque la policía quiere. En fin, a lo que iba: los guardianes de nuestra seguridad dejaron pasar toda la manifestación por delante y desviaron toda la de detrás. Nos encerraron, mamá, nos hicieron un bocadillo, nos cargaron por ambos lados. Te juro, mamá, que no hicimos nada, que sólo queríamos pasar. Un loco con un tirachinas tiraba piedras, sí, pero era sólo uno, y sólo tenía piedras, nada más. La policía nos cargó, las abuelitas con los nietos cogidos del brazo no sabían por dónde salir, mamá. Si tú hubieras venido conmigo habrías sentido pavor. De verdad, mami, si hubieras venido me entenderías.

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Nos provocaron, por ser estudiantes. Yo no lo soy, ya lo sé, pero iba con ellos. Como mucha gente mayor, con toda naturalidad. Y no contentos con eso se metieron en la Puerta del Sol, mamá. Y nos asustaron. Muchísimo. Hubo avalanchas, desmayos, ataques de ansiedad, heridos. Estaban a mi alrededor, mamá. Y eran personas como tú. Pero tú estás en el pueblo, ves la televisión y crees que somos unos vándalos. Yo soy uno de ellos, mami. Tú también lo hubieras sido. Porque tú tampoco quieres la guerra, mamá. Supongo que tú también lo eres. Tú también habrías sido un vándalo.

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